Capítulo Aragua

sábado, 12 de julio de 2014

Fracasa la investigación contra el Alzheimer

Si no se frena su actual avance, el mal se convertirá en "una plaga" para el año 2050, con más de 135 millones de afectados en el mundo

"Después de un siglo de estudio, tenemos más preguntas que respuestas", dicen los científicos, que confirman que el 99,6% de los ensayos clínicos no han dado resultados positivos

 La investigación contra el alzhéimer ha fracasado en el peor momento. «Después de un siglo, no tenemos un tratamiento. Tenemos únicamente terapias sintomáticas con beneficios muy modestos». De tan gráfica manera resumió ayer la investigadora Teresa Gómez-Isla, del hospital General de Masachussets la desoladora situación en la que se encuentra actualmente la investigación contra la que se presenta como la mayor amenaza contra la salud de las próximas décadas. El mundo avanza hacia una sociedad en la que la más común de las demencias se convertirá en una auténtica «plaga». Destacados científicos de las neurociencias, reunidos estos días en Barcelona, dibujaron ayer un amargo panorama sobre los avances que se han dado en el conocimiento de este mal que borra la memoria y los afectos. «Tenemos más preguntas que respuestas», resumieron de forma gráfica.

44 millones de personas padecen alzhéimer en la actualidad. / FOTOLIA

No hubo paños calientes en su diagnóstico: la realidad, según recordaron, es que el 99,6% de los ensayos clínicos que se han realizado sobre la enfermedad «han fracasado», tal como reveló un reciente estudio publicado por la Clínica Cleveland, de Estados Unidos. O los gobiernos del mundo destinan «muchos más recursos para encontrar una cura» o los 44 millones de personas que padecen alzhéimer en el mundo occidental se triplicarán hasta llegar a los 135 para el año 2050. Leído así, 2050, puede parecer una fecha lejana, pero no lo es tanto. Faltan sólo 36 años; y los casos no brotarán todos de la noche a la mañana, como champiñones, sino que irán apareciendo de manera escalonada, cada vez más y más, poniendo en jaque a los sistemas de salud del planeta. «Necesitamos los mismos recursos que se destinan contra el cáncer», proclamó el profesor de la Universidad de Cambridge Christopher Dobson. 

«La buena noticia» 

 Más de 160 investigadores se reúnen desde ayer en la Conferencia Barcelona Biomed en busca de alguna respuesta, una salida a una situación que la ciencia viene anunciando desde hace años sin obtener la contestación que se necesita ni de los gobiernos del mundo, ni de la industria farmacéutica internacional. La cumbre, promovida por el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) y la Fundación BBVA, intenta remover conciencias y pensar en nuevas vías para la exploración científica en ese exiguo 0,4% de éxito científico.

No será fácil conseguir nuevos fondos, porque a la actual situación económica internacional se suma ese 99,6% de fracaso, que significa una inversión millonaria mantenida en el tiempo durante décadas y no echada a perder -porque se ha ganado en conocimiento-, pero tampoco se ha rentabilizado, que es lo que interesa a los inversores. A los económicos y a los políticos. Por eso, el avance de la epidemia, lógico en una sociedad envejecida y sin alternativas terapéuticas, se presenta como el motor capaz de dar a la ciencia el impulso que requiere. «La buena noticia -destacó Dobson- es que estamos avanzando en algo impensable hace solo unos años, que es ver las lesiones cuando alguien está vivo».

 El matiz introducido por el investigador, aunque parezca banal, no lo es. El diagnóstico de la demencia, que en la mayoría de las ocasiones suele ser alzhéimer, se realiza mediante el análisis de los exámenes y exploraciones practicados por los terapeutas. La prueba definitiva no se obtiene, sin embargo, hasta que se practica la autopsia del cadáver y se verifica, por las señales detectadas que efectivamente se trataba de un caso de alzhéimer. Un reciente trabajo publicado en la revista 'Cell', y es a esto a lo que aludían ayer Gómez-Isla y Dobson, apunta que la identificación de determinados fragmentos de 'proteínas mal plegadas' permitirán diagnosticar la enfermedad con suficiente antelación como para prevenir el daño cerebral y cognitivo. 

 Por lo que se sabe
«Si logramos entenderla bien a nivel molecular, seremos capaces de hacer algo para paliarla. De lo contrario se convertirá en una plaga», advirtió otra investigadora, la científica Natalia Carulla, del instituto de investigación anfitrión. «Todo lo que invirtamos en investigación dará sus frutos», prometió la madrileña Teresa Gómez-Isla, una reconocida investigadora, muy popular por ser una de las especialistas que trata al expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall.

Las investigaciones contra el alzhéimer han seguido principalmente dos caminos, según explica el neurólogo Manuel Fernández, coordinador del área de Neurociencias de Biocruces. Una de las dos sustancias que favorecen el desarrollo de la enfermedad es una proteína anormal llamada beta-amiloide, que se transforma en placas que se depositan en las arterias del cerebro. La otra, conocida por el nombre de tau, causa los llamados ovillos neuronales, una especie de nudos altamente dañinos que impiden la comunicación entre neuronas. Pero, ¿son la causa de la enfermedad o solo una manifestación? 

 Las dudas en torno al alzhéimer siguen siendo muchas. Lo que se sabe, a ciencia cierta, es que si no se pone remedio, en 2050 uno de cada veinte ciudadanos occidentales sufrirá la enfermedad. «No podemos dejar que pasen otros cien años para encontrar una cura», se conjuraron ayer Gómez Isla, Dobson y Carulla. La epidemia ya está en marcha.

Fuente | www.elcorreo.com

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