Capítulo Aragua

sábado, 2 de abril de 2011

LA PREVENCION NATURAL DEL ALZHEIMER, ¿UTOPIA O REALIDAD? (II)


Escrito por jose maria guillen llado
LA PREVENCION NATURAL DEL ALZHEIMER, ¿UTOPIA O REALIDAD? (II)
La lucha contra el Alzheimer es un camino que no podemos ni debemos recorrer en solitario.

Se conocen algunos factores de riesgo, predisponentes, desencadenantes, mantenedores de la enfermedad, así como otros que pueden ayudar a retrasar o paliar la enfermedad. De su estudio podemos sacar informaciones positivas para la prevención.

La constitución genética de algunas personas puede, como en la mayoría de enfermedades, propiciar una mayor predisposición a padecerla, y en el caso del Alzheimer se llegó a pensar que podría tener un peso de hasta el 60%, pero según los resultados de estudios realizados con gemelos y familias, y dada su elevada prevalencia en la población, se está evidenciando que por lo general, pueden pesar más las causas ambientales que las propiamente genéticas, aunque en la práctica ambas se combinan.

La importancia de la influencia ambiental y la fuerza de los hábitos de salud en los procesos patogénicos de el Alzheimer, se ve también reflejada en los resultados de diversos estudios epidemiológicos, en los que se muestra que la proporción de personas mayores afectadas por Alzheimer ha aumentado más fuertemente en países de ingresos bajos y medios. Por supuesto que esto puede tener muchas interpretaciones, pero principalmente nos hace pensar en dos parámetros sociales básicos: por una parte el nivel y la cultura sanitaria de un país, y por otra, la calidad y los hábitos alimentarios de su población.

Por otro lado, se ha verificado también que el estrés oxidativo, inducido por el exceso de radicales libres provenientes de contaminantes externos o de una alimentación inadecuada o desequlibrada, contribuyen a destruir las membranas celulares, hecho éste que -como hemos leído antes-, favorece la destrucción sináptica y la aparición del amiloide en el cerebro. El tejido cerebral es especialmente sensible a los radicales libres debido a su alto consumo de oxígeno, abundante contenido de lípidos y relativa escasez de enzimas antioxidantes comprada con otros tejidos. Además de dañar las membranas celulares, los radicales libres aceleran el envejecimiento de la piel, aumenta los problemas cardiovasculares, favorecen la aparición de la arterioesclerosis, el aumento de colesterol LDL, o problemas nerviosos que afectan a la memoria y disminuyen el riego sanguíneo cerebral, situación que favorece también la aparición de demencias.

En un estudio realizado en Estados Unidos, se observó que las personas que no sufren Alzheimer consumen mayor cantidad de nutrientes antioxidantes (carótenos, vitamina C, vitamina E, más verdura…). En base a estas observaciones, se deduce la importancia de que nuestra alimentación sea rica en antioxidantes para ayudar a combatir estos efectos perjudiciales de los radicales libres en nuestra salud, tanto general como cerebral, incluyendo el Alzheimer.

Otras investigaciones científicas han demostrado que las probabilidades de padecer Alzheimer aumentan en más del 50% cuando se tienen niveles de colesterol muy por encima de 200 mg/dl de forma sostenida en el tiempo. Un 50% es un porcentaje muy elevado, por lo tanto, reducir el colesterol hasta niveles normales podría comportar una significativa disminución de las probabilidades de sufrir Alzheimer y, aunque se tradujera en pocos puntos porcentuales, estaríamos hablando de miles y miles de personas beneficiadas. También se han comprobado correlaciones positivas con la diabetes.

Finalmente, nos podemos fijar en estudios como los llevados a cabo en la Universidad de Pittsburg, que han demostrado que la hipertensión arterial reduce el riego sanguíneo cerebral, aumentando la vulnerabilidad del cerebro a los efectos de la enfermedad, sugiriendo estos resultados, que la hipertensión contribuye al desarrollo del Alzheimer.

Pues bien, solamente con estos breves ejemplos podemos observar que existe una evidente relación entre el estrés oxidativo y los problemas circulatorios con la aparición y el desarrollo del Alzheimer. Si tenemos en cuenta que estos problemas tienen una influencia predominantemente metabólica y psicológica, estamos en condiciones ya, de adentrarnos en el camino de la prevención primaria natural.

Para quien lo desconozca, hay que señalar que en el ámbito de la medicina natural se considera que la mayoría de enfermedades son procesos defensivos del organismo ante distintos factores perjudiciales, tanto internos como externos, físicos o mentales, que alteran su equilibrio, siendo debidos en su mayor parte, a hábitos antinaturales, especialmente alimentarios, y a influencias ambientales dañinas. Se considera también que, en el caso de que estos factores perjudiciales no se corrijan y se mantengan durante años, a pesar de que puedan controlarse mediante distintas medicaciones y permanezcan de forma asintomática, el organismo puede llegar a ver comprometidos sus mecanismos inmunológicos naturales, cronificándose los problemas y promoviendo cuadros patológicos cada vez más complejos y graves, como enfermedades autoinmunes y degenerativas.

Realizar ejercicio físico de forma habitual reporta como principales beneficios, una mejor oxigenación cerebral, el fortalecimiento y mejora del sistema cardiocirculatorio, facilitar la eliminación de sustancias de desecho y tóxicas a través de la sudoración, combatir los trastornos metabólicos como el colesterol, el azúcar, el sobrepeso o la obesidad, así como fortalecer el organismo en su conjunto, especialmente su sistema inmunológico, permitiendo una mejor defensa ante posibles infecciones y enfermedades. Incluso se ha comprobado que el ejercicio físico favorece la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas.

Combatir el estrés y los trastornos emocionales, llevar una vida más relajada y ejercitar el cerebro, son objetivos que no deben faltar en nuestras vidas si queremos prevenir o retrasar la posible aparición del Alzheimer. Se ha comprobado que los ejercicios mentales retrasan su aparición, mientras que una vez instalada la enfermedad, las terapias de psicoestimulación consiguen retrasar el paso entre los diversos estadios de gravedad de la  enfermedad. Asimismo, se ha comprobado que un mayor nivel educativo y los estímulos sensoriales de una vida social activa favorecen una menor frecuencia de Alzheimer, estimándose que esto podría ser debido a un mayor desarrollo de las sinapsis nerviosas existentes, teniendo por lo tanto, una mayor reserva que haga que los síntomas se evidencien más tarde. Otras investigaciones han demostrado que el estrés y la depresión tienen un efecto perjudicial sobre nuestro sistema inmunológico, lo cual puede favorecer también la aparición del Alzheimer.

Finalmente, seguir un régimen alimenticio sano puede ayudar a prevenir y controlar de forma natural el colesterol, la hipertensión, el estrés, la oxidación por exceso de radicales libres, reforzar el sistema circulatorio, el sistema inmunitario y por extensión, prevenir la aparición y controlar su desarrollo del Alzheimer.

En una investigación francesa realizada con más de 8.000 participantes, se comprobó que el consumo diario de frutas y verduras, estaba asociado a la disminución del riesgo de toda causa de demencia en personas genéticamente predispuestas. Asimismo, el consumo semanal de pescado, se asociaba a la reducción del riesgo de padecer Alzheimer y toda causa de demencia. Además, se constató que el uso habitual de aceites ricos en Omega-3, revelaba una sensible disminución del riesgo de padecer demencias, mientras que el consumo habitual de aceites ricos en Omega-6, que tiene un efecto inflamatorio en nuestro organismo, las aumentaba.

La “comida basura”, el exceso de grasas saturadas y “trans”, carnes, especialmente de cerdo, embutidos, fritos, el exceso de Omega-6, azúcares y edulcorantes, bebidas azucaradas, pastelería y bollería, cereales refinados, alcohol, café, tabaco, así como el sedentarismo y el estrés, propician trastornos circulatorios, obesidades y diabetes, que asimismo, contribuyen a la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, o incluso, a empeorar su pronóstico. El Alzheimer puede tener una evolución media de 5 a 10 años, pero si cursa al mismo tiempo con diabetes ú otras enfermedades metabólicas o autoinmunes, se puede descontrolar y acelerar su evolución en un periodo entre 1 y 2 años.

Por el contrario, unos hábitos alimenticios más saludables y naturales en los que se coma más fruta y verdura, ricas en fibras, vitaminas y antioxidantes naturales, así como una mayor cantidad diaria de ácidos grasos Omega-3, presentes mayormente en el pescado azul, son requisitos indispensables para que nuestro organismo disponga de aquellos nutrientes que son realmente esenciales para tener una mejor salud del aparato circulatorio, el colesterol y la hipertensión, previniendo y combatiendo por extensión, la enfermedad del Alzheimer.

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