Capítulo Aragua

lunes, 12 de julio de 2010

Las tres fases del Alzheimer

El Mal de Alzheimer, por lo general, presenta tres etapas bien diferenciadas entre sí. En cada etapa la evolución no es lineal sino que suele experimentar avances y retrocesos bien acusados, existen días en que el enfermo parece que intenta volver a ser quién fue en el pasado y otras en que su mente se aleja de la realidad.

PRIMERA FASE

En la primera fase del Alzheimer , a veces confundido con la depresión y otras patologías, el enfermo experimenta leves pérdidas de memoria. En esta etapa la enfermedad no es fácil de detectar porque pérdidas de memoria y de orientación las tenemos todos los humanos al llegar a cierta edad y ello no significa precisamente que tenemos esta patología.

Es una fase leve, que en ciertos casos es motivo de bromas de muy mal gusto, porque al parecer hace gracia que una persona se vuelva despistada y desmemoriada. Aquí podemos decir que de gracia nada. Perder la memoria es siempre lamentable, y dice muy poco de quién se aprovecha de esta circunstancia para mofarse de la enfermedad de su prójimo.

A veces se dicen que los viejos chochean, muchas personas mayores a edad avanzada se vuelven un tanto infantiles pero no por ellos se les debe faltar al respeto en consideración a lo que fueron en el pasado. Pero el mal de Alzheimer es una enfermedad mucho más dura del simple chocheo, porque las neuronas del cerebro se destruyen y matan la personalidad del paciente destruyendo primero todos sus recuerdos.

En esta fase un paciente acaba por hablar con silogismos. En vez de decir "quiero que venga a verme mi hijo Francisco" nos dirá "quiero que vengan los del cuadro" porque tiene un retrato de Francisco en su habitación. Olvida el nombre del familiar pero no su rostro que relaciona con un elemento reconocible como un cuadro en la pared.

En esta etapa conviene que el paciente tome mucha lecitina de soja que le ayudará a recobrar parte de su memoria y a retrasar la evolución de la enfermedad que sí es imparable pero también es aplazable.

Existen elementos de dietético como Lecips que funcionan bien o incluso algunos medicamentos útiles para hacer frente a la enfermedad en su inicio.

Segunda fase

La segunda fase del Alzheimer puede que sea la peor de todas porque el enfermo sufre una transformación del carácter, a veces se vuelve violento y agresivo.

En ésta época un paciente puede escaparse de casa, y después no saber volver. Se pierde y se despista.

Entonces comienza a vestirse de forma estrafalaria, coloca la ropa al revés y no sabe porqué. Un enfermo tiene ganas de acción, de moverse continuamente y realiza acciones inadmisibles como por ejemplo cortar las sábanas con unas tijeras, escribir en las paredes. En algunos casos se vuelven peligrosos, porque encienden el fuego para freír un huevo y mientras se calienta la sartén se van a una habitación contigua y se olvidan de que están cocinando provocando un incendio. Es decir, que son enfermos que exigen control continuo porque son proclives a los accidentes.

Enfermos que llegan a escaparse de sus casas, subirse a un tren e ir a parar a sitios extraños sin saber adónde van. Se vuelven seres frenéticos hasta que llega un día en que todo cambia de golpe. Gritan, pegan, dan patadas, hacen lo impensable.

Es una fase que suele provocar angustia a sus familiares, muchos de los cuales se ven incapaces de afrontar la enfermedad y terminan por ingresarlos en residencias.

Tercera fase

La tercera fase es tal vez la más triste pero al mismo tiempo más tranquila que la anterior, porque el enfermo se va convirtiendo lentamente en un ser vegetativo. En muchas casos acaban en camas de las que no salen más porque se olvidan hasta de andar a menos que previamente hayan tenido un accidente. Es la etapa de las llagas que nunca se curan, de las neumonías,

El enfermo va degenerando paulatinamente hasta que finalmente le llega el final, una etapa empero que puede ser muy larga y difícil.

Cuando fallece un enfermo de Alzheimer, generalmente el duelo familiar es escaso porque se considera que el luto ya lo han hecho en el pasado. Nos produce mucha tristeza el adiós de un ser querido, pero también nos reconforta que éste haya dejado de sufrir.

Una etapa que exige mucha paciencia al cuidador y a los familiares que conviven con el enfermo. Muchos consideran que éste ya se ha ido, que viven en otra dimensión, en las estrellas, porque ya no fue ni la sombra de aquel ser que convivió con nosotros en el pasado y aún así se le ama, se le sigue amando porque aunque su mente esté en otra parte su cuerpo material sigue con nosotros y le podemos acariciar, besar, querer.

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