Mario Rivas
Estar en un lugar en donde personas y ambiente son desconocidos, no saber si es de día o de noche, vivir situaciones que parecen ajenas y no reconocer la propia identidad, son solo algunos síntomas de las personas con Alzheimer.
El mal de Alzheimer es la más común de las demencias, y se caracteriza por ser progresiva y disminuir las funciones intelectuales, lo cual provoca deterioro de memoria y conducta, e interfiere con la capacidad para realizar las actividades diarias. En consecuencia, llega un momento en que la persona afectada no puede cuidar de sí misma. Regularmente se presenta en gente mayor a 65 años, aunque los primeros síntomas se experimentan entre los 40 y 50 años.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo se cuentan 18 millones de enfermos, de los cuales 11 millones se ubican en los países en desarrollo. En México, hay aproximadamente 350 mil personas afectadas, según información de la Asociación Mexicana de Alzheimer y Enfermedades Similares (AMAES).
La persona que padece esta demencia experimenta confusión en tiempo y espacio, cambios en la personalidad, dificultad para encontrar palabras, finalizar ideas o pensamientos, y seguir instrucciones. Ello sucede porque las neuronas (células nerviosas) que controlan la memoria y el pensamiento se deterioran, es decir, presentan cambios que dañan al tejido cerebral, lo cual interrumpe el paso de mensajes a través de ellas.
En general, se pueden describir tres etapas que pueden ayudar a identificar el padecimiento.
Etapa 1. Tiene una duración de 2 a 5 años, y se caracteriza por producir deterioro gradual de la memoria; es común que se olviden acontecimientos muy recientes, incluso si han transcurrido tan solo 10 minutos. La persona no reconoce en dónde está, no recuerda cómo llegar a un lugar conocido o que haya frecuentado mucho, no sabe en qué día, mes o año vive y confunde la noche con el día. Asimismo, presenta problemas para concentrarse, cambios en el estado de ánimo, se fatiga con facilidad y se muestra inquieta, agitada y ansiosa. En esta fase la capacidad de lenguaje todavía se conserva y el paciente es capaz de mantener una conversación.
Etapa 2. Abarca entre 2 y 10 años, y en las etapas iniciales provoca en la persona dificultades para expresarse y darse a entender, ya no es capaz de vestirse, lavarse los dientes, peinarse o usar cubiertos. También pierde la capacidad para reconocer a las personas con las que convive, descuida su aspecto personal, imagina que ve gente que no existe, escucha ruidos y pregunta por personas ya fallecidas.
Etapa 3. En esta última fase, que culmina con la muerte del enfermo, es totalmente dependiente; está severamente afectado de sus facultades intelectuales, ya no reconoce a sus familiares ni a si mismo cuando se mira al espejo, y presenta incontinencia urinaria y fecal.
Los hijos y hermanos de pacientes con enfermedad de Alzheimer tienen mayor predisposición a padecerla, aunque no necesariamente es genética. Sólo 5% del total de individuos afectados lo padece de manera hereditaria, lo cual llega a ocurrir cuando tres o más miembros de la familia tienen el padecimiento.
Las personas diagnosticadas con Alzheimer pueden sobrevivir entre 2 y 20 años a partir del inicio de los primeros síntomas, pero si se les proporcionan cuidados y atención médica pueden mejorar su calidad de vida tanto en casa como en instituciones de salud. La muerte puede ser pronosticada hasta que la enfermedad se encuentra en estado avanzado, etapa en la que el paciente pierde peso, presenta dificultad para tragar, caminar y hablar, padece incontinencia urinaria y fecal, así como frecuentes infecciones urinarias y broncopulmonares.
Algunas claves para detectar el riesgo de padecer Alzheimer son:
- ¿Realiza actividades que ya había hecho anteriormente?
- ¿Dice de manera repetida comentarios que ya había expresado?
- ¿Olvida conversaciones, citas o el lugar donde coloca las cosas?
- ¿Se le dificulta hacer operaciones matemáticas, el balance de su cuenta bancaria o cocinar un platillo?
- ¿Le es difícil orientarse en la calle o en lugares conocidos?
- ¿Hace considerable esfuerzo para encontrar las palabras que le permiten expresar sus ideas?
- ¿Le cuesta trabajo poner atención o concentrarse?
- ¿Experimenta cambios inexplicables en su estado de ánimo?
- Si respondió afirmativamente a más de tres preguntas es conveniente que acuda con el neurólogo para que realice una valoración de su estado de salud mental, y de ser necesario le proporcione terapia y tratamiento especializado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario