Capítulo Aragua

martes, 23 de febrero de 2010

SE ME OLVIDÓ QUE TE OLVIDÉ

Rafael Mejía

Un actor de 91 años se quejaba amargamente, pues mientras olvidaba lo que había hecho el mes anterior, recordaba línea por línea los parlamentos de una obra de William Shakespeare que había escenificado cuando tenía 12 años de edad. La ciencia médica tiene una respuesta: el ser humano no tiene una, sino varias memorias.

En efecto. Desde el decenio 1930-1940 se realizan investigaciones científicas con el fin de determinar los mecanismos a través de los cuales se establecen el recuerdo y el olvido, y es gracias a esta labor que se ha creado la teoría de que tenemos más de una memoria.

Aquellos primeros trabajos permitieron observar a fondo el caso de personas que debido a lesiones o enfermedades perdieron ciertas zonas de tejido cerebral y, como consecuencia, olvidaban hechos recientes a la vez que mantenían vivo lo aprendido tiempo atrás, por lo que se estableció que hay dos tipos de memoria: de corto y largo plazo. Sin embargo, nuevas investigaciones favorecidas por los avances médicos acontecidos en la última década del siglo XX nos permiten saber que en realidad son tres: sensorial, de trabajo y de largo plazo.

La sensorial está representada por aquello que captamos a través de los sentidos, en tanto que la de trabajo consiste en la activación de la información que requerimos para llevar a cabo procesos físicos y mentales inmediatos (usar una computadora, conducir un automóvil). Por último, en la memoria a largo plazo se incluyen los datos interpretados y clasificados en campos comunes, hechos autobiográficos y conocimiento traducido en acciones.

Al conocer esto, así como los principios que rigen el funcionamiento de la memoria (o las memorias), los científicos han determinado por qué olvidamos... y que también hay varios tipos de olvido.

Para dar un ejemplo, debemos explicar más a fondo algunos de los sistemas que rigen a la memoria. Todos captamos información a través de la vista, oído, olfato, tacto y paladar, que se conserva en la memoria sensorial hasta que, durante el sueño, estos datos se graban en las estructuras encargadas de resguardarlos definitivamente (memoria a largo plazo) en forma de sinapsis o enlaces entre neuronas. Este proceso depende del hipocampo, tejido ubicado entre los ventrículos laterales del cerebro.

Ahora podemos interpretar el caso de nuestro actor, quien recuerda eventos remotos pero que a pesar de su esfuerzo y buenas intenciones olvida hechos recientes: sea por envejecimiento o algún accidente ha sufrido daños en el mecanismo de fijación de recuerdos, tal vez deficiencias en el hipotálamo o en la formación de uniones neuronales.

Pero no todos los casos tienen este origen. Se debe agregar que el proceso de memorización consta de tres etapas, a saber, entrada, almacenamiento y salida de información, y que de manera habitual se presentan mecanismos que favorecen el olvido: uno activo, que consiste en aprender o "grabar" algo nuevo en el mismo lugar donde ya se tenía información (es decir, hay una sustitución), y uno pasivo, debido al desuso de lo aprendido; esto explica por qué se olvidan conocimientos o técnicas si dejan de cultivarse o ya no se practican.

Sin embargo, y valga el trabalenguas, no todo lo olvidado se ha perdido. Hay personas con problemas de memoria que fijan bien sus recuerdos; lo que ocurre en realidad es que sufren un bloqueo en el mecanismo de salida de información, por lo que los recuerdos permanecen como un libro cerrado. Es como cuando creemos que hemos olvidado algo, pero que revive cuando regresamos a donde se adquirió el conocimiento.

Esto es un aliciente para personas de la tercera edad con un declive en su capacidad de memoria, ya que se trata de un fenómeno que no sólo es evitable, sino reversible, pues varios estudios han demostrado que al realizar actividades que fomenten el desarrollo de nuevas habilidades y el aprendizaje de conocimientos novedosos, se reactiva el ciclo de entrada, almacenamiento y salida de información.

Así que, si usted padece olvidos casuales, recuerde que la mejor manera de conservar la memoria es ejercitándola.

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