Capítulo Aragua

jueves, 30 de marzo de 2017

La terapia hormonal en la menopausia ni previene ni aumenta el riesgo de alzhéimer

Noticia Publicada en Febrero de 2017
La terapia hormonal en la menopausia ni previene ni aumenta el riesgo de alzhéimer

Con independencia de la duración del tratamiento, la administración de terapia hormonal durante la menopausia no protege a largo plazo frente a la enfermedad de Alzheimer

La menopausia, o lo que es lo mismo, la interrupción definitiva de la menstruación en la mediana edad, constituye una etapa en la vida de la mujer caracterizada por una menor producción de hormonas femeninas, fundamentalmente de estrógenos. Y dado que este menor nivel de estrógenos se asocia con la aparición de síntomas muy molestos como los sofocos o las migrañas, muchas mujeres reciben tratamiento para ‘corregirlo’. Se trata de la consabida ‘terapia hormonal sustitutiva’ (THS), cuyo perjuicio o beneficio continúa siendo objeto de un intenso debate entre los científicos. Por ejemplo, ¿la terapia hormonal se asocia a un mayor o menor riesgo de alzhéimer? Pues muchos estudios, especialmente los más recientes, sugieren que esta terapia tiene un efecto protector frente a la demencia. Pero según una nueva investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Finlandia Oriental en Kuopio (Finlandia), la THS no tiene ningún efecto positivo –ni tampoco negativo– sobre el riesgo a largo plazo de enfermedad de Alzheimer.

Como explica Bushra Imtiaz, directora de esta investigación publicada en la revista «Neurology», «si bien las mujeres todavía tienen que consultar con sus médicos los riesgos y beneficios asociados con la terapia hormonal durante la menopausia, nuestro trabajo no ofrece ninguna evidencia contundente de que la administración de hormonoterapia proteja a las mujeres frente a la enfermedad de Alzheimer».

No hay protección

En los últimos años se han desarrollado numerosos estudios para evaluar los beneficios, y sobre todo los riesgos, de la terapia hormonal en la menopausia. Y de acuerdo con los resultados, parece que la hormonoterapia reduce el riesgo de las usuarias de padecer un infarto de miocardio o un ictus, así como de sufrir un debilitamiento de sus huesos –o lo que es lo mismo, de desarrollar menopausia.

Por el contrario, el tratamiento también se ha asociado a un riesgo mucho mayor de cáncer de ovario. Sin embargo, no está muy claro si esta terapia hormonal es beneficiosa o perjudicial en lo que se refiere al alzhéimer. Y es que según el estudio que se mire, el tratamiento tiene un efecto protector o inductor. De ahí la importancia de esta nueva investigación, dado que podría poner fin a la controversia sobre la relación entre la terapia hormonal y la demencia, muy especialmente el alzhéimer.

Para llevar a cabo el estudio, los autores siguieron la evolución de 8.195 mujeres a lo largo de dos décadas –desde 1989, año en el que las participantes tenían una edad entre los 47 y los 56 años, hasta 2009–, periodo durante el cual las participantes respondieron cada cinco años a un cuestionario en el que se les preguntó sobre distintos aspectos relacionados con su salud, caso de la posible administración de THS. En total, la cifra de mujeres que tomaron terapia hormonal fue de 4.401.

Concluido el estudio, el número de participantes que desarrollaron enfermedad de Alzheimer se estableció en 227. Sin embargo, y de acuerdo con los resultados, el uso de terapia hormonal no tuvo ninguna influencia sobre el riesgo de aparición de la enfermedad. Es decir, ni protege a largo plazo frente al alzhéimer ni desencadena ni acelera su progresión.

Recuerdos ‘sesgados’

En este contexto, los resultados mostraron que las mujeres que afirmaron haber tomado la terapia hormonal durante un mínimo de 10 años tuvieron un menor riesgo de desarrollar alzhéimer que aquellas que no recibieron THS. Sin embargo, la revisión de los resultados con los datos sobre THS recogidos del Registro Finés, en el que desde 1995 se registra con precisión qué mujeres toman terapia hormonal y durante cuánto tiempo, refutaron que esto fuera realmente así.

Como concluye Bushra Imtiaz, «la limitación de nuestro estudio es que algunas informaciones fueron aportadas por las propias participantes, que podrían no recordarlas con total precisión. Además, tampoco pudimos controlar los resultados de aquellas participantes con una predisposición genética a desarrollar la enfermedad de Alzheimer».

Fuente: abc.es

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