Los lácteos bajos en grasa son mejores para tu cerebro
Si te gustan los productos lácteos, es mejor que selecciones los que son bajos en grasa o desgrasados (descremados). No sólo te ayudarán a mantenerte en forma, sino también a cuidar la salud de tu cerebro, pues un estudio reciente ha encontrado que quienes los consumen bajos en grasa tienen menos posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular. Sigue leyendo y descubre más detalles sobre este hallazgo.
La leche y sus derivados como el queso, el yogurt y la mantequilla que componen el grupo de los lácteos, no sólo son deliciosos sino también una fuente importante de calcio, proteínas y vitamina D.
Hace poco más de un año, el gobierno de los Estados Unidos, a través de los departamentos de Agricultura y de Salud y Servicios Humanos, modificó la tradicional pirámide de los alimentos a una dieta a la que le llamó “mi plato”, ya que es más sencillo visualizar lo que vamos a comer en un plato.
La cantidad de leche o sus derivados que se recomiendan dependen de la edad de la persona. Por ejemplo, se recomienda que los niños a partir de los 9 años, los adolescentes y los adultos consuman 3 porciones de lácteos al día, que pueden ser 1 taza de leche o yogur, 1 a 1½ onzas (40 gramos) de queso natural o 2 onzas (56 gramos) de queso procesado. Mientras que los niños de 2 a 3 años de edad necesitan sólo 2 porciones de lácteos al día ( 2 tazas de leche por ejemplo) y los niños que tienen entre 4 y 8 años de edad necesitan 2 ½ porciones al día. Y uno de los mensajes más importantes es que sean bajos en grasa o desgrasados.
Lo que sucede con los lácteos es que, como son de origen animal, además de los nutrientes y las vitaminas también, aportan grasas saturadas a la dieta. Por eso hay que consumir su grasa en moderación (y por esto mismo, por ejemplo, ni la crema ni la mantequilla están incluidas dentro de los lácteos recomendados en “mi plato”). Y en todos los casos, la mejor alternativa es elegir productos bajos en grasa o descremados.
Al respecto, un grupo de investigadores de la división de epidemiología nutricional del Instituto Nacional de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska, en Estocolmo, en Suecia, descubrió que quienes consumían lácteos bajos en grasa, obtuvieron un beneficio para su salud: tenían menos posibilidades de sufrir un ACV (accidente cerebrovascular) a largo plazo, que quienes comían lácteos enteros.
Para llegar a estas conclusiones, publicadas en la revista Stroke, el equipo de científicos analizó los hábitos alimenticios de casi 75 mil adultos (tanto de hombres como de mujeres que tenían entre 45 y 83 años de edad, ninguno de los cuales tenía antecedentes de enfermedad cardiaca ni cáncer). De este modo lograron concretar lo que consideran la investigación más grande sobre este tema que se haya hecho hasta el momento.
Un ACV ocurre cuando, por algún motivo, la sangre no llega a todo el cerebro, ya sea porque alguna arteria se rompe (ACV hemorrágico) o se bloquea (ACV trombótico). Los alimentos ricos en grasas saturadas aumentan las posibilidades de desarrollar una condición que se conoce como aterosclerosis, que se caracteriza porque las arterias se endurecen. De ese modo, la sangre tiene más dificultad para pasar y aumenta el riesgo de que se produzca un ACV (que siempre es una situación de emergencia).
Por eso, provenga de donde provenga, es importante controlar la cantidad de grasas que consumes, no importa si es de los lácteos, de carnes o de embutidos. Y recuerda que hay varios tipos de grasas y algunas son más saludables que otras.
Por ejemplo, las que se recomiendan son las que provienen de las plantas, como el aceite de canola, de oliva o del maní (cacahuete o cacahuate) y de las nueces, de las almendras y de las semillas. Los pescados también contienen ácidos grasos saludables, como el omega-3 y el omega-6.
Ahora que ya sabes cómo mejorar tu dieta para cuidar tu sistema circulatorio, ten en cuenta que el ejercicio es otra buena manera de protegerse de los ataques cerebrovasculares silenciosos.
¡Anímate! El adoptar hábitos de vida más saludables, ya se sabe, puede resultar un poco difícil al principio, pero es muy importante que lo hagas por tu propio bien y el de tu familia. El seleccionar lácteos bajos en grasa o desgrasados (descremados) puede ser ese primer paso y tu salud se lo merece. ¡Empieza hoy!
La leche y sus derivados como el queso, el yogurt y la mantequilla que componen el grupo de los lácteos, no sólo son deliciosos sino también una fuente importante de calcio, proteínas y vitamina D.
Hace poco más de un año, el gobierno de los Estados Unidos, a través de los departamentos de Agricultura y de Salud y Servicios Humanos, modificó la tradicional pirámide de los alimentos a una dieta a la que le llamó “mi plato”, ya que es más sencillo visualizar lo que vamos a comer en un plato.
La cantidad de leche o sus derivados que se recomiendan dependen de la edad de la persona. Por ejemplo, se recomienda que los niños a partir de los 9 años, los adolescentes y los adultos consuman 3 porciones de lácteos al día, que pueden ser 1 taza de leche o yogur, 1 a 1½ onzas (40 gramos) de queso natural o 2 onzas (56 gramos) de queso procesado. Mientras que los niños de 2 a 3 años de edad necesitan sólo 2 porciones de lácteos al día ( 2 tazas de leche por ejemplo) y los niños que tienen entre 4 y 8 años de edad necesitan 2 ½ porciones al día. Y uno de los mensajes más importantes es que sean bajos en grasa o desgrasados.
Lo que sucede con los lácteos es que, como son de origen animal, además de los nutrientes y las vitaminas también, aportan grasas saturadas a la dieta. Por eso hay que consumir su grasa en moderación (y por esto mismo, por ejemplo, ni la crema ni la mantequilla están incluidas dentro de los lácteos recomendados en “mi plato”). Y en todos los casos, la mejor alternativa es elegir productos bajos en grasa o descremados.
Al respecto, un grupo de investigadores de la división de epidemiología nutricional del Instituto Nacional de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska, en Estocolmo, en Suecia, descubrió que quienes consumían lácteos bajos en grasa, obtuvieron un beneficio para su salud: tenían menos posibilidades de sufrir un ACV (accidente cerebrovascular) a largo plazo, que quienes comían lácteos enteros.
Para llegar a estas conclusiones, publicadas en la revista Stroke, el equipo de científicos analizó los hábitos alimenticios de casi 75 mil adultos (tanto de hombres como de mujeres que tenían entre 45 y 83 años de edad, ninguno de los cuales tenía antecedentes de enfermedad cardiaca ni cáncer). De este modo lograron concretar lo que consideran la investigación más grande sobre este tema que se haya hecho hasta el momento.
Un ACV ocurre cuando, por algún motivo, la sangre no llega a todo el cerebro, ya sea porque alguna arteria se rompe (ACV hemorrágico) o se bloquea (ACV trombótico). Los alimentos ricos en grasas saturadas aumentan las posibilidades de desarrollar una condición que se conoce como aterosclerosis, que se caracteriza porque las arterias se endurecen. De ese modo, la sangre tiene más dificultad para pasar y aumenta el riesgo de que se produzca un ACV (que siempre es una situación de emergencia).
Por eso, provenga de donde provenga, es importante controlar la cantidad de grasas que consumes, no importa si es de los lácteos, de carnes o de embutidos. Y recuerda que hay varios tipos de grasas y algunas son más saludables que otras.
Por ejemplo, las que se recomiendan son las que provienen de las plantas, como el aceite de canola, de oliva o del maní (cacahuete o cacahuate) y de las nueces, de las almendras y de las semillas. Los pescados también contienen ácidos grasos saludables, como el omega-3 y el omega-6.
Ahora que ya sabes cómo mejorar tu dieta para cuidar tu sistema circulatorio, ten en cuenta que el ejercicio es otra buena manera de protegerse de los ataques cerebrovasculares silenciosos.
¡Anímate! El adoptar hábitos de vida más saludables, ya se sabe, puede resultar un poco difícil al principio, pero es muy importante que lo hagas por tu propio bien y el de tu familia. El seleccionar lácteos bajos en grasa o desgrasados (descremados) puede ser ese primer paso y tu salud se lo merece. ¡Empieza hoy!
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