“Habrá robots que puedan ayudar a enfermos de Alzheimer”
Catedrático en Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente del Comité Español de AutomáticaMiguel Ángel Salichs es catedrático en Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente del Comité Español de Automática (CEA), una sociedad científica nacional que agrupa a la inmensa mayoría de los investigadores españoles en el área de la robótica. Salichs explica en la siguiente entrevista el nivel de avance de la robótica social en nuestro país y las investigaciones que se están desarrollando en la actualidad como, por ejemplo, las que se están haciendo para ayudar a enfermos de Alzheimer. Salichs impartió ayer dos conferencias (una sobre robots sociales y otra sobre la interacción hombre-robot) en el marco del curso de verano de la UAL “El presente de la robótica”, que se celebra hasta mañana viernes en el edificio de Las Mariposas de Cajamar.
¿Cómo se encuentra la robótica española?
R.- Hay que ser conscientes de que la robótica está todavía en sus comienzos, y que incluso los países que puedan parecer más avanzados en este campo, como Japón o EE UU, están empezando a recoger sus primeros frutos. Es una carrera en la que se acaba de dar la salida, y España está en muy bien situada para ocupar una buena plaza en esa competición.
Algunos científicos dicen que en el año 2020 se podrán comprar robots que cuidarán de los niños o nos ayudarán en las tareas domésticas. ¿Es un objetivo ambicioso y difícil de conseguir, o algo relativamente asequible?
R.- Depende de las especificaciones que les pidamos. De hecho, ahora mismo ya se pueden comprar robots que, por ejemplo, hacen funciones de aspiradora. Depende, al fin y al cabo, de la aplicación y la complejidad de las tareas que se quieran hacer. Poco a poco, este tipo de máquinas se irán implantando en el hogar, en nuestras oficinas y entornos cotidianos, pero hay que ser conscientes de que todavía estamos en una etapa inicial de investigación y es difícil saber si esto ocurrirá en el 2030, el 2020 o incluso antes. Lo que sí cabe esperar es que llegará un ‘boom’ de la robótica en los próximos años.
¿En qué se está trabajando ahora?
R.- Estamos trabajando sobre todo en investigación, las cosas todavía no están maduras en muchos casos. En nuestro caso concreto, estamos trabajando con la Fundación Alzheimer España para que crear robots que puedan ayudar tanto a los enfermos de Alzheimer como a sus cuidadores.
¿De qué manera?
R.- Estamos trabajando con expertos para que ellos nos digan dónde sería necesaria la interacción con el robot, pero pensamos que podrían realizar tareas de vigilancia de los enfermos de Alzheimer para que no salgan de casa por la noche, recordarles tareas cotidianas para que no se les olviden, que cuando la persona está en una etapa más primaria de la enfermedad, estimularles con ejercicios que retrasen esa pérdida de memoria o, simplemente, escucharles. Un robot que pueda prestar atención las veinte veces que el enfermo cuenta la misma historia porque no se acuerda de que ya la ha contado antes.
¿Queda mucho para que veamos este tipo de robots funcionando?
R.- No es ciencia ficción pero es verdad que todavía queda mucho por hacer. Dentro de unos años, previsiblemente, puede haber robots que realicen estas funciones, aunque ahora estamos aún en la fase de investigación y desarrollo.
¿Hay alguna máquina que pueda tomar ya sus propias decisiones?
R.- Sí, aunque a un nivel muy básico. Nosotros estamos trabajando con robots que son capaces de aprender de sus errores y aciertos, y en función de eso ir tomando sus propias decisiones. No son máquinas en las que ya se ha preprogramado, a priori todo lo que tienen que hacer, sino robots que pueden aprender a hacer tareas nuevas e incluso sorprender a los que las han desarrollado, realizando acciones que no estaban previstas.
En la Universidad Carlos III de Madrid tienen a Maggie, que describen como un robot emotivo.
R.- Magie es como un juguete grande, una especie de muñeco con forma de animal de dibujos animados, pero que se utiliza como una plataforma para investigar en autonomía, inteligencia y toda clase de interacción con personas. Al fin y al cabo, este tipo de robots no tienen que estar diseñados para ser manejados únicamente por expertos, sino por cualquier persona. Por ello, es recomendable que tengan un aspecto amigable, que puedan recibir órdenes de forma sencilla mediante la voz y que sean capaces de gesticular, hablar y expresar sus ‘emociones’ de forma similar a como lo hacemos los humanos.
Programar un robot para que entienda las emociones humanas, los estados de ánimo o incluso las ironías en el lenguaje debe de ser muy complicado, ¿no?
R.- Todo lo relativo a la comprensión del lenguaje es muy complejo, porque hay mucha comunicación implícita que no se circunscribe a las palabras, y transmitírsela a una máquina no es nada sencillo. Los seres humanos, cuando conversamos entre nosotros, damos por sabidas muchas cosas, y solemos comunicar precisamente lo que no se sabe. No resulta sencillo que una máquina tenga esos modelos mentales de los seres humanos.
Porque hablamos también de un campo en el que convergen distintas disciplinas.
R.- Así es. La robótica en general ya es de por sí absolutamente multidisciplinar, implica desde temas relacionados con materiales, actuadores, con informática, matemáticas, etcétera. Pero en la robótica social, además de todas esas disciplinas, añadimos que se trata de robots que se relacionan con personas y aquí son útiles también conocimientos que pueden venir del mundo de la sociología, de la psicología o de la lingüística.
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