June 14, 2012
VIERNES, 1 de junio (HealthDay News) — Las mujeres de 70 a 79 pueden obtener más años de vida siguiendo el consejo que dan a sus nietos: hacer ejercicio y comer frutas y verduras.
Eso halla un nuevo estudio que ayuda a confirmar que una vida sana puede prolongar la vida, incluso tras la jubilación.
“Se trata de uno de esos hallazgos que parecen sentido común”, señaló la autora líder del estudio Emily Nicklett, profesora asistente de trabajo social de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor.
“Pero aunque parezca obvio, es importante volver a lo básico en términos de comprender que la dieta y el ejercicio pueden predecir potentemente la mortalidad, incluso entre los adultos mayores”, apuntó. “Fomentar dietas sanas que incluyan frutas y verduras, junto con alguna forma sencilla de actividad física como caminar, puede hacer mejoras dramáticas en términos de los resultados de salud”.
Nicklett y colegas publicaron sus hallazgos en la edición de mayo de la revista Journal of the American Geriatrics Society.
Los autores anotaron que en EE. UU., los adultos mayores a partir de los 65 son el grupo de más rápido crecimiento de la población del país.
En el estudio, el equipo de Nicklett se enfocó en más de 700 mujeres de 70 a 79 que vivían independientemente en sus comunidades y que estaban inscritas en dos estudios relacionados sobre discapacidad física.
Se preguntó a las mujeres cuánta actividad física hacían, como ejercicio estructurado (por ejemplo, caminar o entrenamiento en fuerza), tareas del hogar o al aire libre, o pasatiempos como jugar a los bolos o bailar.
Se evaluó la nutrición de las mujeres a partir de muestras de sangre que medían el nivel total de carotinoides de cada participante. Se piensa que esos compuestos vegetales son un indicador preciso del consumo de frutas y verduras de un individuo, explicaron los investigadores.
Entonces, a todas las participantes se les dio seguimiento durante cinco años, periodo durante el cual casi 12 por ciento de las mujeres murieron.
Los investigadores hallaron que las mujeres más activas tenían los mejores prospectos de supervivencia, así como las que consumían la mayor cantidad de frutas y verduras.
Al descomponerlo, el equipo observó que las mujeres más activas tenían una tasa de mortalidad 71 por ciento más baja durante el periodo de cinco años, frente a las mujeres más sedentarias del estudio.
“Y no hablamos de actividad dramática cuando hablamos del ejercicio”, enfatizó Nicklett. “No estamos hablando de jugadoras de rugby. Hablamos de algo tan sencillo como caminar por la manzana, que es la forma en que la mayoría de mujeres de nuestro estudio quemaban la mayoría de calorías”.
Las mujeres que tenían los niveles más altos de carotinoides se enfrentaban a unas probabilidades de muerte 46 por ciento más bajas durante el seguimiento de cinco años, frente a las que tenían la ingesta más baja de frutas y verduras.
Y dado que el estudio también se diseñó para explorar el impacto del ejercicio y la nutrición en conjunto, el equipo hallo que las mujeres que tenían los niveles más altos de actividad física y que consumían la mayor cantidad de frutas y verduras eran ocho veces más propensas a estar vivas tras el seguimiento de cinco años del estudio, en comparación con las mujeres que tenían las puntuaciones más bajas en ambos frentes.
“En términos de salud pública, este hallazgo plantea la pregunta de cómo fomentar un estilo de vida sano que mejore la longevidad”, comentó Nicklett. “Y eso quizás quiera decir ver si hay suficientes lugares seguros para que estas mujeres caminen, o si tienen acceso o no a fruta fresca. Realmente se trata de volver a lo básico”.
Lona Sandon, dietista registrada y profesora asistente de nutrición clínica de la Universidad de Texas Southwestern en Dallas, concurrió en que aunque los hallazgos “no fueron particularmente sorprendentes”, son un recordatorio importante de que “el ejercicio y comer sano es bueno para uno”.
“Ya sabemos en otras categorías de edad que comer bien y permanecer activo es bueno para nosotros”, señaló. “Así que tiene sentido que lo mismo aplique a medida que envejecemos”.
“En cuanto a qué exactamente del ejercicio, las frutas y las verduras ayuda a las mujeres a vivir más, no está exactamente claro”, advirtió Sandon. “Tal vez si se retiene una mejor forma física uno permanece más funcional y es menos probable que se caiga y se rompa una pierna o la cadera, por ejemplo. O quizás el ejercicio y la comida buena mantengan al sistema inmunitario más saludable. O quizás sea la socialización que el ejercicio en grupo conlleva. O tal vez todo lo anterior”.
Eso halla un nuevo estudio que ayuda a confirmar que una vida sana puede prolongar la vida, incluso tras la jubilación.
“Se trata de uno de esos hallazgos que parecen sentido común”, señaló la autora líder del estudio Emily Nicklett, profesora asistente de trabajo social de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor.
“Pero aunque parezca obvio, es importante volver a lo básico en términos de comprender que la dieta y el ejercicio pueden predecir potentemente la mortalidad, incluso entre los adultos mayores”, apuntó. “Fomentar dietas sanas que incluyan frutas y verduras, junto con alguna forma sencilla de actividad física como caminar, puede hacer mejoras dramáticas en términos de los resultados de salud”.
Nicklett y colegas publicaron sus hallazgos en la edición de mayo de la revista Journal of the American Geriatrics Society.
Los autores anotaron que en EE. UU., los adultos mayores a partir de los 65 son el grupo de más rápido crecimiento de la población del país.
En el estudio, el equipo de Nicklett se enfocó en más de 700 mujeres de 70 a 79 que vivían independientemente en sus comunidades y que estaban inscritas en dos estudios relacionados sobre discapacidad física.
Se preguntó a las mujeres cuánta actividad física hacían, como ejercicio estructurado (por ejemplo, caminar o entrenamiento en fuerza), tareas del hogar o al aire libre, o pasatiempos como jugar a los bolos o bailar.
Se evaluó la nutrición de las mujeres a partir de muestras de sangre que medían el nivel total de carotinoides de cada participante. Se piensa que esos compuestos vegetales son un indicador preciso del consumo de frutas y verduras de un individuo, explicaron los investigadores.
Entonces, a todas las participantes se les dio seguimiento durante cinco años, periodo durante el cual casi 12 por ciento de las mujeres murieron.
Los investigadores hallaron que las mujeres más activas tenían los mejores prospectos de supervivencia, así como las que consumían la mayor cantidad de frutas y verduras.
Al descomponerlo, el equipo observó que las mujeres más activas tenían una tasa de mortalidad 71 por ciento más baja durante el periodo de cinco años, frente a las mujeres más sedentarias del estudio.
“Y no hablamos de actividad dramática cuando hablamos del ejercicio”, enfatizó Nicklett. “No estamos hablando de jugadoras de rugby. Hablamos de algo tan sencillo como caminar por la manzana, que es la forma en que la mayoría de mujeres de nuestro estudio quemaban la mayoría de calorías”.
Las mujeres que tenían los niveles más altos de carotinoides se enfrentaban a unas probabilidades de muerte 46 por ciento más bajas durante el seguimiento de cinco años, frente a las que tenían la ingesta más baja de frutas y verduras.
Y dado que el estudio también se diseñó para explorar el impacto del ejercicio y la nutrición en conjunto, el equipo hallo que las mujeres que tenían los niveles más altos de actividad física y que consumían la mayor cantidad de frutas y verduras eran ocho veces más propensas a estar vivas tras el seguimiento de cinco años del estudio, en comparación con las mujeres que tenían las puntuaciones más bajas en ambos frentes.
“En términos de salud pública, este hallazgo plantea la pregunta de cómo fomentar un estilo de vida sano que mejore la longevidad”, comentó Nicklett. “Y eso quizás quiera decir ver si hay suficientes lugares seguros para que estas mujeres caminen, o si tienen acceso o no a fruta fresca. Realmente se trata de volver a lo básico”.
Lona Sandon, dietista registrada y profesora asistente de nutrición clínica de la Universidad de Texas Southwestern en Dallas, concurrió en que aunque los hallazgos “no fueron particularmente sorprendentes”, son un recordatorio importante de que “el ejercicio y comer sano es bueno para uno”.
“Ya sabemos en otras categorías de edad que comer bien y permanecer activo es bueno para nosotros”, señaló. “Así que tiene sentido que lo mismo aplique a medida que envejecemos”.
“En cuanto a qué exactamente del ejercicio, las frutas y las verduras ayuda a las mujeres a vivir más, no está exactamente claro”, advirtió Sandon. “Tal vez si se retiene una mejor forma física uno permanece más funcional y es menos probable que se caiga y se rompa una pierna o la cadera, por ejemplo. O quizás el ejercicio y la comida buena mantengan al sistema inmunitario más saludable. O quizás sea la socialización que el ejercicio en grupo conlleva. O tal vez todo lo anterior”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario