Capítulo Aragua

jueves, 3 de mayo de 2012

Un beso, un mimo, un gesto de complicidad... lo más valioso

Un beso, un mimo, un gesto de complicidad... lo más valioso

Al lado de los tratamientos, las terapias o los medicamentos el factor humano es fundamental para el bienestar de nuestros enfermos de Alzheimer.

DÍAS DUROS
Ana Romaz / Actualizado 22 marzo 2012
Parecía que todo iba bien, que Mamá se recuperaba de su rotura de cadera sin mayores problemas, y al cabo de 8 días le dieron el alta en el hospital y pudo volver a su “casa”. Cuando llegamos mi padre estaba emocionado de verla, todo era hacerle caricias y cogerle las manos.
Y la vida pareció retomar su ritmo normal…

Pero se ha complicado todo. Nadie se explica como pudo ser pero, a los dos días de estar en la Residencia, Mamá volvió a caerse y está hospitalizada de nuevo.
Esta vez la cosa no tiene buen aspecto. Nos han explicado los médicos que la prótesis que le colocaron, de un modo incomprensible, se ha desplazado. El problema es que tiene fiebre y mientras no le baje la temperatura no pueden volver a intervenirla.

De momento lo único que podemos hacer es esperar a ver como evoluciona y tratar de que esté lo mas cómoda posible, cuestión complicada por la postura inverosímil en que tiene la pierna.

Y aquí estamos, de nuevo, haciendo turnos al lado de su cama. Le leemos en voz alta; le contamos cosas de casa, de los pequeños; le transmitimos los recuerdos y ánimos de sus amigas y de los compañeros de la Residencia. Ella quiere tenernos cerca, y le gusta cuando la peinamos y le ponemos una gotita de su perfume.

Pero las cosas no van bien, la fiebre no baja y los días van pasando. Tenemos la tranquilidad de saber que no tiene dolor, pero porque está medicada permanentemente. En este estado no podemos dejarla sola. Ella no puede dar las respuestas que le piden, tenemos que hablar por ella. Y somos las traductoras de sus necesidades al equipo médico.

Siento una profunda gratitud hacía la gente que la cuida, desde los médicos a las auxiliares y enfermeras. Me resulta admirable la profesionalidad y la amabilidad con que la tratan. Es su trabajo, dirán algunos…sí, lo es…pero es un trabajo con una parte humana tan importante…

Al lado de los tratamientos, los aparatos o los medicamentos el factor humano es fundamental: la pequeña broma de una enfermera, el saludo cariñoso de la auxiliar o el gesto cómplice de un médico se convierten, en estas circunstancias, en algo valioso y significativo.

Lo peor es ver, cada día que pasa, que no hay mejora. Todos esperamos un pequeño cambio que permita que la intervengan y empiece a resolverse el problema, pero pasan los días y esa posibilidad se va alejando. En las noches de hospital – soy incapaz de dormir allí- tengo tiempo de sobra para darle vueltas a todo esto, y trato de ir haciéndome a la idea de que puede que no salgan bien las cosas… pero es tan difícil imaginar la vida sin ella.

Incluso en las circunstancias que le ha tocado vivir a causa de la Enfermedad de Alzheimer, y por encima de su deterioro y sus capacidades pérdidas, ha seguido siendo Mamá, nuestro referente y nuestro ejemplo.
No pierdo la esperanza de que se produzca un pequeño milagro,- enorme para nosotros-, y la situación mejore.
Ojalá el amor pudiera obrar esos prodigios, el nuestro está todo a su lado.

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