Capítulo Aragua

jueves, 3 de mayo de 2012

¡Porque nosotros SÍ sabemos quienes son!


¡Porque nosotros SÍ sabemos quienes son!


Cuando tenemos cerca a alguien afectado por Alzheimer, muchas veces sentimos que visitarles es perder el tiempo -si ni sabe que he venido...- ó – ¿para que hacer el esfuerzo? si olvida que he estado con él o ella, tan pronto paso la puerta-.

EL ÚLTIMO NEXO
Ana Romaz / Actualizado 23 febrero 2012
Hace unos días leí una historia que me emocionó y quiero compartir con vosotros. Narraba como un anciano le estaba metiendo prisa al dentista que le atendía, porque tenía que ir a comer con su esposa. El dentista le pregunta si ella le espera en el restaurante a lo que el anciano responde que no, que está ingresada en una Residencia desde hace años.

Con sorpresa vuelve a preguntarle cual es el motivo de estar ingresada a lo que el anciano contesta que ella tiene Alzheimer. Entonces el médico le dice que no se apure, que ella no notará su ausencia puesto que ya no sabe quien es y no le reconoce… y el anciano, suavemente, le replica: pero yo SÍ sé quien es ella!

Al terminar de leerlo acudieron a mi memoria, en tropel, muchas de las historias que, en estos últimos años, me han ido llegando. Historias que recogen escenas llenas de ternura, como la que acabo de contar.

Recordé a aquellos amigos que unas navidades, queriendo pasar la nochebuena con la madre enferma de Alzheimer, hicieron varios cientos de kilómetros con mal tiempo, tratando de estar allí a la hora de la cena. Cuando llegaron, a la hora exacta de la cena, se encontraron con que la madre, a pesar de haberle dicho quienes la atendían que sus hijos estaban en camino, ya había cenado. Tenía hambre y no quiso esperar…

Mis amigos supieron entender que no era un desaire, que la anciana era ya como un niño que cuando quiere comer llora y protesta si no le atienden, y sobre todo, que lo importante era que ellos habían ido hasta allí porque SÍ sabían quien era ella.

Cuando tenemos cerca a un familiar o amigo afectado por el Alzheimer, en muchas ocasiones sentimos que visitarles es perder el tiempo –total… si ni sabe que he venido- ó – ¿para que hacer el esfuerzo? si olvida que he estado con él o ella, tan pronto paso la puerta-.

Pero aunque no puedan retener en su memoria si hemos ido o no a visitarles, aunque no sepan quienes somos cuando llegamos, lo que sí saben y sienten es que les queremos, que son importantes para nosotros. Es su memoria afectiva la que trabaja, el último nexo que les queda con lo que fue su vida.

El Alzheimer se lo va quitando todo, poco a poco, en un desgaste continuo e imparable, pero los hilos invisibles que teje nuestro afecto les mantienen vivos mientras estén vivos en nuestra memoria y en nuestro corazón.

Superando el desanimo y la impotencia somos nosotros - los familiares y amigos sanos- los que llenamos de calor los espacios helados y negros que ha ido dejando la E.A. en sus cerebros. Somos nosotros los que, con nuestro amor, les estamos diciendo que tienen una vida, que hay una historia personal que, aunque no la recuerden, está llena de buenos momentos, de familia, de amigos y afecto.

Cuando lo único que les queda es el recuerdo de que fueron queridos y quisieron, ¡cuanto debe de consolar y acompañar ese gesto afectuoso, esa broma cariñosa!…aunque confundan a la hija con la madre o al esposo con el hermano. Lo que importa es que estamos ahí. ¡ Porque nosotros SÍ sabemos quienes son!.

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