Capítulo Aragua

sábado, 23 de julio de 2011

Vejez normal, saludable y exitosa mito o realidad de la época del retiro

Vejez normal, saludable y exitosa mito o realidad de la época del retiro

Coordinación: Dr. Pedro Delgado M.
El doctor Bermúdez ha sido catedrático de la universidad durante más de treinta años. Ha ejercido su profesión en forma eficiente, lo que le ha traído reconocimiento social y profesional. Ahora, a los setenta años, se está planteando el retiro. Trabaja en los niveles gerenciales superiores de una empresa. Aun cuando no le han pedido el retiro, ya su período legal para solicitarlo se le ha cumplido y siente que está llegando el momento. Sin embargo, esta decisión le angustia porque ve el ejemplo de amigos y conocidos que una vez que se retiran no saben qué hacer con su vida. Por otra parte, le surgen inquietudes pues se pregunta si acaso no está perdiendo facultades. Recientemente se le olvidó el número del salón donde da clases, no pudo recordar el nombre de dos clientes con los que almorzó el día anterior (y que eran importantes para la empresa), y no encontró las llaves del carro cuando salía para su trabajo porque no recordaba dónde las había guardado. Pensar en que esto pudiera ser el comienzo de una enfermedad de Alzheimer como la que sufrió su primo, le hiela la sangre. Asistió a una evaluación con un médico geriatra (especialista en personas de la tercera edad) quien le dijo que lo encontraba bien. Eso no lo tranquilizó del todo. Se pregunta: ¿Seré normal? ¿No estaré en las manifestaciones de comienzo de una demencia? ¿Podré llevar mi vida de una manera satisfactoria a partir de ahora?
Estas preguntas que se hace el señor Bermúdez y las inquietudes que tiene, son compartidas por muchas personas de su edad.
El promedio de vida ha ido aumentando en forma asombrosamente rápida durante este siglo. A principios del siglo sólo 1% de las personas pasaban la barrera de los sesenta y cinco años, y una persona mayor de cincuenta era considerada un anciano. La población mayor de 65 años de edad va a crecer después del año 2000 progresivamente a una velocidad mayor que todos los demás grupos etarios. Las razones son muy claras. Por un lado, las parejas jóvenes están teniendo menos hijos por las condiciones económicas tan estrechas. Por otro, los avances tecnológicos de la medicina hacen que un mayor porcentaje de personas llegue a los sesenta y cinco años, y por otro, ese inmenso porcentaje de personas hasta ahora jóvenes que ha formado parte del grueso de la población en los últimos treinta años va pasando a la tercera edad. No creo que nos estemos preparando para esa ola etaria que nos viene. Hemos considerado hasta ahora que Venezuela es un país fundamentalmente de jóvenes. En veinte años la realidad va a ser distinta. Por eso las inquietudes del señor Bermúdez son cada día más frecuentes. A pesar de que en la actualidad las personas después de los sesenta años de edad se desenvuelven más ágilmente que una persona de cincuenta a principios de siglo y que están viviendo una vida cada día más saludable, con hábitos alimenticios, ejercicios, etcétera; sin embargo, las manifestaciones de la época involutiva de la vida son inexorables. La pérdida de la memoria es una de ellas, como lo muestra este caso. A veces es difícil precisar si la pérdida de memoria es un proceso normal o es el comienzo de una enfermedad deteriorante (anexo a este artículo describimos algunas diferencias prácticas entre la pérdida de memoria normal y la patológica). A veces es difícil diferenciar entre una vejez normal y una patológica. La sociedad no tiene estos parámetros muy claros. Las personas mayores de sesenta y cinco años tienden a ser relegadas, a ser estigmatizadas como casi inservibles y a ser descalificadas por los más jóvenes. El ser anciano llega a ser casi sinónimo de pasado de moda, de inútil y de carga para la sociedad. Lamentablemente este grupo ha podido organizarse poco y reclamar sus derechos y su posición en la sociedad.
Para las personas de la tercera edad la planificación y ejecución de una vejez exitosa y normal es un desafío. Existe poco apoyo social y familiar para planificar la vejez. Lo que es peor, aun cuando se quisiera hacer los parámetros de lo que sería una vejez normal y exitosa se conocen poco. Una de las fundaciones privadas más grandes de EEUU ha comenzado un proyecto de investigación que busca identificar los factores que contribuyen a definir una vejez exitosa. Poco conocemos en la actualidad de esa materia, pero sí es perfectamente visible que algunas personas ancianas pueden llevar una vida más placentera, satisfactoria y productiva que otras. Los factores psicosociales asociados a una vejez productiva deben ser identificados para conocer mejor las condiciones que los favorecen. Creo que como sociedad debemos comenzar a prepararnos para establecer esos parámetros con claridad, y para darle a este grupo humano el espacio social que se merece. Bastante han luchado para ganárselo, para que los borremos del mapa como un trasto viejo. Creo que la sociedad está en deuda con ellos, y debe ayudarlos a canalizar con éxito esa etapa de la vida.

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