Capítulo Aragua

sábado, 12 de marzo de 2011

Que no sea tarde


Que no sea tarde

Cuesta mucho entender el padecimiento del enfermo de Alzheimer. Quiero decir… Tenemos idea del dolor físico porque, en mayor o menor medida, lo hemos sufrido. También podemos imaginar la desesperación de quien respira mal porque alguna vez hemos tenido los bronquios obstruidos o nos hemos agitado tanto que nos resulta difícil airear los pulmones. O intuimos la frustración propia de la imposibilidad de caminar porque hemos soñado pesadillas al respecto… El problema se presenta cuando ignoramos la sensación provocada por la pérdida de identidad.
Hasta que uno se enfrenta al Alzheimer, asocia los problemas de memoria a anécdotas “graciosas” propias de la vejez (los chistes relacionados con este tema se encuentran a la orden del día). En ocasiones, los relacionamos con esas amnesias producidas por algún golpe o accidente, que resultan pasajeras y que por lo tanto son absolutamente reversibles. Para los fenómenos más extraños, están las películas -por ejemplo, Eterno resplandor de una muerte sin recuerdos- que destilan la angustia desatada cuando los recuerdos desaparecen o se trastocan, y la persona deja de saber quién es.
Sin embargo, recién cuando enfrentamos esta patología, tomamos dimensión de sus implicancias. Uno entonces comienza a preguntarse cómo será eso de levantarse y no reconocer la cama, el cuarto, los demás habitantes de la casa, departamento o geriátrico. Cómo se hará para enfrentar a esos extraños que dicen conocernos, que aseguran ser nuestro marido, nuestra esposa, nuestros hijos. Cómo lidiar con las voces y las sombras que acechan a nuestro pensamiento intranquilo. Cómo encontrar las palabras justas cuando ni siquiera estamos seguros de lo que queremos decir. Cómo recuperar la certeza de que uno ha tenido una vida y aparentemente no quedan rastros de ella.
Por momentos, quienes rodeamos a un paciente de demencia senil tenemos la sensación de que ese ser querido está cayendo en un agujero negro desde donde resulta imposible rescatarlo. A veces, el agujero negro cobra tales dimensiones que parece alcanzarnos, como si fuera a engullirnos a nosotros también.
Recién entonces nos acercamos, rozamos, empezamos a entender el padecimiento de la víctima de Alzheimer. En este caso, lo mejor que puede pasarnos es que la comprensión y aceptación de la enfermedad no llegue muy tarde.
De Posteado por: María Bertoni | 6 junio 2005
Mal de Alzheimer

No hay comentarios:

Sitio Oficial

Ladrón de los Recuerdos

Publicidad

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...