Capítulo Aragua

lunes, 27 de diciembre de 2010

La caja de los recuerdos

La caja de los recuerdos
El estrés, los psicofármacos, el alcohol y otras drogas son los enemigos de la memoria, facultad que se mantiene activa si se ejercita
NOTICIAS RELACIONADAS Cuidados. Sociedad POR CAROLINA G. MENÉNDEZ La ansiedad, la depresión, una vida acelerada, el alcohol, las drogas y los psicofármacos son los grandes enemigos de la memoria, ya que la adormecen y hasta la bloquean. Y cuando se pierde, no existe una pastilla milagrosa para recuperarla. Una vida activa que incluya ejercicio físico, una dieta equilibrada, relaciones sociales activas, la práctica de actividades que generen bienestar y un sueño reparador es la mejor receta para mantener el cerebro en buen estado y así la memoria despierta y en plena forma, señala el doctor Valentín Mateos Marcos, coordinador de Neurología del Centro Médico. Porque la memoria no puede desvincularse del estado de salud general, tanto físico como psicológico.

Pero aun prestándole las máximas atenciones y ejercitándola día a día, la memoria nunca es total, tiene unos límites y éstos varían de unas personas a otras. Hay quien dice tener una «memoria de pez», término coloquial que se utiliza para señalar los olvidos y la dificultad para recordar hechos o acontecimientos. En cambio, hay otras personas que nacen con una gran capacidad y recitan de carrerilla las alineaciones de la mayoría de los equipos de fútbol o la lista de los reyes godos, a la vez que retienen números de teléfonos, datos, fechas, matrículas de coches y todo tipo de información. Estos privilegiados son pocos y, aun dotados con esta aptitud, para grabar información nueva, su memoria, como la del resto de los ciudadanos, necesita espacio que adquiere suprimiendo la inservible o ya en desuso, apunta el neurólogo Valentín Mateos.

La memoria, un mecanismo complejo que está inherente en todas las actividades de la vida es, según el especialista, la suma de tres funciones: el aprendizaje, su posterior almacenamiento y, en último lugar, la posibilidad de recuperarlo; aunque en el día a día no todo lo que se aprende se almacena y, por tanto, no se recupera. Esto se debe a que tanto la memoria inmediata como la de a corto plazo se olvida casi al instante porque «durante el primer minuto, la memoria es flotante, no está almacenada. Sólo se guarda si lleva asociado un cierto grado de emocionalidad, si es importante para uno mismo; de lo contrario, se olvida», añade el especialista en neurología.

Esto demuestra cuán selectiva es la memoria, una facultad que puede deteriorarse o perderse por lesiones vasculares o traumáticas agudas, por el abuso del alcohol, el envejecimiento fisiológico o como primer paso de una enfermedad. Precisamente el temor a desarrollar alzhéimer u otras dolencias neurológicas llenan las consultas médicas, aunque muchos de los fallos de memoria se deben a la falta de concentración y, sobre todo, al estrés, situaciones que dificultan e impiden recordar cuestiones tan sencillas como dónde han quedado las llaves o si se ha apagado el calentador.

En este proceso, al igual que en todo lo relacionado con el cerebro, el sueño tiene un papel importante. Es beneficioso para el cerebro en su conjunto, para que los circuitos cerebrales se reorganicen. «El sueño es la consolidación de lo que se ha hecho durante el día, es un mecanismo de descanso cerebral muy útil y más importante para el cerebro que para el cuerpo, señala el doctor Mateos.

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