Capítulo Aragua

martes, 21 de septiembre de 2010

Mejora la detección precoz del alzheimer

El avance plantea un dilema: ¿cómo emplear la técnica si no hay terapia? ....sigue

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Una noticia buena y otra mala. La buena es que ya es posible diagnosticar precozmente la enfermedad de Alzheimer cuando sus síntomas aún son leves e incluso años antes de que surjan las primeras señales de deterioro cognitivo. La mala es que aún ningún tratamiento ha demostrado ser capaz de frenar la progresión de la enfermedad y que el último fármaco experimental que se ha ensayado ha fracasado.

Dudas sobre los sudokus y la actividad física

Múltiples estudios han sugerido que una dieta saludable, la práctica habitual de actividad física, los juegos que obligan a ejercitar el cerebro y tener una vida social activa ayudan a frenar la progresión del alzheimer. Pero cuando se han examinado las pruebas científicas con rigor, como ha hecho un comité de quince expertos a petición de los Institutos Nacionales de la Salud de EE.UU., resulta que la mayoría de los estudios son poco consistentes y sus resultados, poco concluyentes. Que no se haya demostrado que estas actividades sean eficaces no significa que sean ineficaces; sólo que, con los datos disponibles, no es posible saberlo. Dadas las incertidumbres, José Luis Molinuevo, del hospital Clínic, recomienda adaptar las actividades a las preferencias de cada paciente. "Si le gusta hacer sudokus, fantástico. Pero si no le gusta, es mejor que haga otras cosas que disfrute", aconseja.

Lo cual plantea un debate médico y ético. ¿Deben ofrecerse a pacientes con deterioro cognitivo pruebas de diagnóstico precoz si aún no se les puede ofrecer un tratamiento? ¿Debería cubrir la sanidad pública estas pruebas, que son complejas y costosas, aun a costa de recortar otras prestaciones? ¿O bien estas pruebas de diagnóstico precoz sólo deben emplearse con fines de investigación, por ejemplo para estudiar si un fármaco es eficaz en las fases iniciales de la enfermedad?

"Yo, personalmente, si tengo alzheimer preferiría saberlo –declara José Luis Molinuevo, coordinador de la unidad de alzheimer del hospital Clínic–. Preferiría ser diagnosticado antes de llegar a la demencia para tomar decisiones sobre mi vida, por ejemplo para terminar proyectos, decidir cuestiones de herencias, decir cómo quiero ser atendido en la fase terminal…".

"En las fases avanzadas de la enfermedad, tener un diagnóstico claro suele ser mejor para el paciente, para su familia y para sus cuidadores. Pero en las fases iniciales, cuando aún se conservan las facultades casi intactas, hay gente que prefiere no saberlo. Es una cuestión muy personal", añade Jesús Ávila, investigador del Centro de Biología Molecular de Madrid.

Hay dos nuevas pruebas que detectan directamente algunos de los cambios que el alzheimer produce en el cerebro. Las pruebas de diagnóstico actuales se basan en indicios indirectos, como tests que evalúan el deterioro cognitivo o resonancias magnéticas que miden la actividad cerebral. "Estas pruebas son buenas; hoy día permiten diagnosticar el alzheimer con precisión", recuerda Rafael Blesa, jefe del servicio de neurología del hospital de Sant Pau.

Pero detectar directamente los cambios que la enfermedad produce en el cerebro permite tener un diagnóstico aún más certero y, sobre todo, más precoz, sostiene José Luis Molinuevo. "Es importante porque, cuando surgen los primeros síntomas, la enfermedad ya lleva más de diez años dañando el cerebro", afirma.

Una de las pruebas consiste en extraer líquido del interior de la columna vertebral (el líquido cefalorraquídeo, que baña las neuronas de la médula espinal) y analizar la presencia de proteínas que cambian con el alzheimer.

Se sabe que, desde el principio de la enfermedad, una proteína llamada betaamiloide empieza a acumularse en el cerebro formando placas. En fases más avanzadas, el deterioro de las neuronas conlleva una secreción masiva de otra proteína llamada tau. Por lo tanto, un nivel bajo de betaamiloide en el líquido cefalorraquídeo indica que esta proteína, en lugar de ser liberada por el cerebro, ya está quedando atrapada en forma de placas, lo cual es indicativo de que el alzhéimer se ha iniciado. Y un nivel alto de la proteína tau –y de su pariente fosfotau– es indicativo de que ya se está produciendo un daño neuronal masivo.

Un estudio con 416 voluntarios de más de 70 años publicado el 10 de agosto en la revista Archives of Neurology ha observado que todos aquellos que tenían un trastorno cognitivo leve y además niveles alterados de las proteínas fueron diagnosticados de alzheimer en los cinco años siguientes. Y, al revés, que casi todos los que tenían alzheimer tenían niveles alterados de las proteínas. "Es necesario revisar los criterios de diagnóstico actuales de la enfermedad de Alzheimer, por lo menos en sus fases iniciales", concluyeron los investigadores, de la Universidad de Gante (Bélgica). "En el Clínic estamos observando resultados similares", informa Molinuevo, quien también defiende que el diagnóstico de alzheimer se base en la detección directa de las proteínas betaamiloide y tau.

La segunda prueba también detecta cambios en la betaamiloide, en este caso en el cerebro. Consiste en observar directamente las placas de betaamiloide en el cerebro con una técnica de imagen llamada tomografía por emisión de positrones (PET).

A diferencia del análisis de líquido cefalorraquídeo, que ya se realiza en algunos hospitales, el diagnóstico de alzheimer por PET es hoy una técnica experimental que solo se puede utilizar con fines de investigación. Este estatus de experimental no es porque se dude de la eficacia de la técnica, sino porque requiere inyectar en la sangre una sustancia que legalmente se considera un fármaco y que no está aprobada por la Agencia Europea del Medicamento.

Por ahora sólo hay un centro en España autorizado por el Ministerio de Sanidad para aplicar esta técnica. Se trata deCRC Centro de Imagen Molecular, ubicado en el Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona, que tiene proyectos de investigación sobre alzheimer liderados por los neurólogos Rafael Blesa, de Sant Pau; Jordi Peña, del hospital del Mar; y Mercè Boada, del hospital Vall d'Hebron y la fundación ACE.

Después de que la compañía Lilly anunciara el mes pasado que un fármaco experimental contra la proteína betaamiloide había fracasado en pacientes con alzheimer en fases avanzadas, la gran esperanza ahora es encontrar fármacos que sean eficaces en fases más precoces de la enfermedad. Molinuevo compara la estrategia empleada hasta ahora, y que en el fármaco de Lilly ha resultado fallida, a "intentar frenar un tren que va a 250 por hora; hay que intentar frenarlo cuando aún estamos a tiempo".

Las compañías farmacéuticas tienen en estos momentos más de 60 fármacos experimentales contra el alzheimer. Averiguar si son eficaces requerirá técnicas de diagnóstico que permitan ver cómo evolucionan los pacientes cuando los fármacos se empiezan a administrar desde que aparecen los primeros síntomas o antes. "Esta es la principal utilidad que van a tener en el futuro próximo las pruebas de diagnóstico que analizan directamente las proteínas betaamiloide y tau –predice Rafael Blesa–. Ayudarán a que avance la investigación".
http://www.alzheimer.org.ve/leer.php/899

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