Las Residencias

Muchos familiares que no quieren responsabilidades acaban por llevar a sus enfermos en residencias. Los motivos son a veces egoístas, un enfermo estorba y lo mejor es desprenderse de él y lo ingresan y olvidan.

Cuando mi madre sufrió un accidente y la ingresaron durante un mes en una residencia tanto me deprimió el lugar que la saqué de ahi y me negué a su internamiento durante el resto de su vida. Muchos familiares han tomado la misma decisión que tomé yo. En primer lugar por cuestiones económicas, pero también existen otras motivaciones.

Un enfermo donde está mejor es en su casa, cuidado por su familia o por un familiar concreto. Porque la vida de un paciente a sus familiares les importará y a los profesionales de una residencia no. Para ellos el enfermo es un anciano más, y en su hogar se convierte en el rey de la casa.

Por otra parte, esos pacientes soportan mal el cambio de domicilio porque se despistan.

Cada paciente es un mundo y cada familiar también, las circunstancias son muy distintas. Mucha gente es partidara de las residencia pero mucho más son quienes creen lo contrario, como fue en mi caso, ya que consideré que ese lugar no es en absoluto un hogar y parece más una prisión para personas de la Tercera Edad. Un lugar siniestro y triste en donde los enfermos más que mejorar empeoran a pasos agigantados.

Pero como todo es cuestión de conciencia sólo me puedo limitar a explicar mi posición al respecto.Siguiendo los dictados de mi conciencia prefirí ocuparme personalmente del enfermo, es decir de mi madre y si tengo algo de que arrepentermirme es de aquel mes en que estuvo ingresada en aquel lugar lúgubre y escasamente agradable.