Capítulo Aragua

jueves, 4 de marzo de 2010

VITAMINAS Y SUPLEMENTOS


En definitiva, conociendo los resultados de los tratamientos farmacológicos, Ray y Grace vendieron lo que tenían y acudieron al Brain Bio Center de la Universidad de Princenton, centro fundado por el psiquiatra Carl Pfeiffer, ya fallecido, licenciado en Medicina, Química y Farmacología que trabajó convencido de que usando fármacos los pacientes se convertían simplemente en zombis manejables en lugar recuperar su salud mental. "Hay cien maneras de volverse loco -escribió una vez- y creo que cada una de ellas tiene una causa bioquímica".


Pfeiffer creía que la mayoría de los desequilibrios mentales podían corregirse con la dieta usando combinaciones de vitaminas y minerales. Así que de Princenton volvieron a su casa con una lista de los suplementos que le servirían a Grace para ir afrontando la enfermedad y disminuir algunos de sus peores síntomas de acuerdo a sus carencias. A partir de ese momento comenzó una nueva vida para ambos, siempre juntos y pendientes de no olvidar tomar sus suplementos: vitaminas B3, B6 B9, B12,,C y E,selenio, carotenoides y bioflavonoides.


"Nosotros ya sabíamos -nos contaría Ray- que era demasiado tarde para evitar la enfermedad. Quizás si Grace hubiese tomado esos suplementos durante toda su vida adulta la enfermedad nunca hubiera llegado a manifestarse. O quizás habría tardado en hacerlo otros diez o veinte años. Personalmente creo de forma firme que si las personas son examinadas por nutricionistas y se someten a las dietas necesarias, acompañadas de los suplementos que necesiten, su esperanza de vida aumentaría de manera sustancial mejorando mucho su bienestar durante esos años".


Y es que si bien es cierto que todavía no existe un estudio que avale que los suplementos de vitaminas, minerales y oligoelementos naturales sean la gran solución para el Alzheimer los datos existentes en la actualidad son tan significativos que difícilmente se explica que no tengan mucha más relevancia en la política sanitaria. Porque de hecho la prevención basada sobre todo en la nutrición y un cambio de los estilos de vida puede ser la gran apuesta para detener el imparable avance de la enfermedad, tal y como apuntan los estudios presentados este verano en la International Conference on the Prevention of Dementia en Washington. "Las últimas investigaciones presentadas sugieren que podemos mantener nuestro cerebro sano y reducir el riesgo de padecer Alzheimer con un estilo de vida saludable manteniéndonos socialmente participativos, mentalmente activos, mejorando nuestras dietas y practicando ejercicio físico", afirmó Ron Petersen, director del Mayo Clinic Alzheimer's Disease Center en el estado norteamericano de Rochester.


También en la línea de una dieta adecuada, Amy Borenstein -de la University of South Florida- presentó en el congreso de Washington un trabajo que demuestra que el riesgo de padecer Alzheimer se reduce en un 75% en las personas mayores que beben zumos de frutas o verduras al menos tres veces por semana comparados con quienes los beben sólo una vez a la semana. Su estudio apunta a que la sinergia de los polifenoles presentes en los zumos ejerce una mayor protección de las células neuronales contra la oxidación que la ingesta por separado de vitamina E y C.


Y desde hace años todos los datos apuntan en la misma dirección. Ya en el 2000 la doctora Marianne J. Engelhart y sus colegas del Erasmus Medical Center de Holanda presentaron una investigación con datos sobre la dieta de 5.395 personas: hombres y mujeres de más 55 años. Pues bien, los investigadores encontraron que quienes habían consumido cantidades más altas de betacarotenos, vitamina C, vitamina E y verduras en su dieta habitual tenían menos posibilidades de enfermar de Alzheimer que quienes no incluían esos nutrientes.


En el 2002 se relacionó también la homocisteína -un aminoácido presente en nuestro cuerpo- con el Alzheimer. Su metabolismo está unido al de algunas vitaminas del grupo B -especialmente las B6, B9 y B12- y parece que cuando hay deficiencia de alguna de ellas los niveles de homocisteína en sangre aumentan. Bueno, pues durante la Conferencia Internacional sobre el Alzheimer celebrada en Estocolmo Floyd Willis y sus colegas de la Clínica Mayo de Florida confirmaron que en los enfermos de Alzheimer los niveles de homocisteína eran más altos y los niveles de vitamina B12 más bajos. La solución estaría pues en asegurarse la cantidad suficiente diaria de las mencionadas vitaminas del grupo B.


En el año 2003 vuelta a lo mismo. Un estudio publicado en el número de Marzo/Abril del American Journal of Geriatric Psychiatry, llegaba a la conclusión de que la ingesta de altas dosis de vitaminas -especialmente B6, B9 y B12- es capaz cuando menos de ralentizar la progresión del Alzheimer. "En nuestro estudio piloto hemos demostrado que somos capaces de reducir los niveles de homocisteína usando un régimen de vitaminas que es seguro y barato. Los individuos con Alzheimer tienen incluso mayores niveles de homocisteína que personas de la misma edad que no la padecen". Datos que confirmaría un equipo de la Universidad de California en un estudio publicado ese mismo año en el American Journal of Clinical Nutrition.


Siempre apuntando en la misma dirección, en el año 2004 un estudio con más de 4.700 participantes sugería que la combinación de vitamina C y E disminuía los riesgos de desarrollar Alzheimer. "Las vitaminas C y E -afirmaría el doctor Peter P. Zandi, director del estudio- pueden ser una atractiva estrategia para prevenir el Alzheimer ya que son baratas y relativamente no tóxicas. Nuestros resultados sugieren que las vitaminas C y E ofrecen protección contra el Alzheimer tomadas en altas dosis mediante suplementos individuales"


Y así llegamos a los estudios más significativos de este año 2005. Un ensayo holandés de la Universidad de Waeningen ha demostrado que hombres y mujeres de mediana edad que toman 800 microgramos de ácido fólico al día durante tres años obtienen mucho mejores resultados en los tests de facultades cognitivas que quienes tomaban placebo. Y el último estudio conocido, publicado a primeros de octubre en el Journal of Clinical Investigation y realizado por investigadores de la Universidad de Louisiana, concluye que el ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido graso omega-3 presente en pescados de agua fría como la caballa, la sardina y el salmón, reduce los niveles de una proteína conocida por causar placas perjudiciales en el cerebro de los pacientes de Alzheimer. El estudio demuestra además que el DHA es imprescindible para la elaboración de un neuroprotector (NPD1) elaborado en el cerebro humano y que sirve para protegerle de la muerte celular. "Creo que, obviamente, la dieta es un problema básico en esta enfermedad", afirma el doctor Nicolás G. Bazan, director del Neuroscience Center of Excellence at the Louisiana State University Health Sciences Center en Nueva Orleans.


En suma, cada vez son más las evidencias que señalan la necesidad de cambiar las políticas sanitarias para reforzar el control de las dietas y su complemento con suplementos a ciertas edades. Sobre todo porque aunque consumamos productos orgánicos las tierras están explotadas y carentes de minerales que llegan hasta nuestras mesas faltos de EL FINAL


Con el paso del tiempo Grace fue necesitando más cuidados. Ray liquidó el negocio, vendió la casa, compró una más pequeña y decidió cuidar las 24 horas del día a su esposa sin olvidar nunca sus vitaminas y minerales que son, según asegura Ray, las que libraron a su esposa de los fantasmas más dramáticos de la demencia. Hasta poco antes de su muerte ambos viajaron por el mundo buscando mantener activos el cuerpo y la mente de Grace que vivió con felicidad cada uno de aquellos instantes aun cuando poco después no los recordara. Viajaron por Europa, por Asia, disfrutaron en las calles de la India del bullicio de los niños que les rodeaban, bailaron en las playas de Cuba y se enamoraron de Perú llegando a visitar juntos el Machu Pichu. Buscaron viajar siempre por lugares cálidos convencidos de que el frío retraía las funciones vitales de Grace mientras que por el contrario el calor parecía despertar su vitalidad, sus ganas de disfrutar de lo que la rodeaba. Siempre encontró Ray gente buena y respetuosa dispuesta a ayudarle a subir o bajar a Grace del autobús, a empujar su silla cuando ya no podía andar. Siempre acabaron encontrando las ayudas sociales necesarias para hacer más fácil su cuidado. Y en ese suave descenso a las profundidades del olvido, no exento de serias dificultades y momentos duros para ambos, siguieron haciendo el amor porque Ray sentía que Grace era feliz en aquellos instantes irrecuperables de su eterno presente. Grace nunca perdió su calidez y siempre contestó con una sonrisa aún cuando no fuera capaz de entender lo que la preguntaban. Y así viajaron juntos hasta el 22 de diciembre del 2002.


"La senté en su silla en la esquina del salón y la puse música
en la radio. Me senté cerca para descansar también un poco, siempre
pendiente de ella, y al cabo de un rato, cuando me desperté, todo
estaba silencioso aparte de la música que sonaba placidamente.
Grace parecía estar en paz. Fui a ver si necesitaba algo. Pensé
aprovechar para darle lo que debía tomar pero no pude abrir su
boca. Entonces entendí que se me había ido".


Con el aumento constante de la esperanza de vida en Occidente casi todos nosotros tendremos al menos tres personas cercanas, familiares o amigos, que alcanzarán los ochenta años. Lo que significa que casi todos nosotros nos veremos en el futuro afectados por esta enfermedad en alguna fase de nuestras vidas. ¿Víctimas o cuidadores? ¿Medicamentos o una buena alimentación complementada con vitaminas?
básicos. Claro que apostar por las vitaminas no le gusta nada a la industria farmacéutica.



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