
Cerebro con esclerosis múltiple. (Imagen: El Mundo)
Los cuatro inmunomoduladores también tienen una pega: el paciente debe inyectárselos de forma subcutánea. "Producen dolor, enrojecimiento y moratones. Estos efectos dificultan el seguimiento de la terapia", explica Celia Oreja-Guevara, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Pero lo mejor está por llegar. En estos momentos hay 15 fármacos en investigación y entre 2010 y 2011 se comercializarán, por primera vez, tratamientos orales específicos para la esclerosis múltiple. Según han demostrado los ensayos clínicos llevados a cabo, el uso de estos nuevos productos reducirá el número de brotes en más de un 50% y ralentizará la progresión de la enfermedad, retrasando la aparición de discapacidad. Esto ha sido posible, según la neuróloga, gracias al enorme avance en el conocimiento de la enfermedad.
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