• La memoria reciente se altera progresivamente. El enfermo olvida los sucesos recientes. Por ejemplo, se olvida de lo que acaba de comer, o si acaba de regresar de la calle o si finaliza de ver a un conocido.
• Los errores de evocación del pasado son más frecuentes y fijos. Aunque no los olvida, confunde constantemente a los personajes de su historia propia y pasada.
• Tiene errores en la escritura cada vez con mayor frecuencia. Con el tiempo irá dejando de escribir (agrafia).
• La afasia, o dificultad para emitir palabras, es más frecuente.
• Deja de reconocer progresivamente a las personas más cercanas a él, cada vez con mayor frecuencia, como su cónyuge o sus hijos. A esta falta de reconocimiento de las personas o las cosas se le llama agnosia.
• La confusión que se va apoderando de él de una forma progresiva y continua le dificulta cada día más enfrentarse a la vida diaria, no pudiendo ya efectuar lo que antes hacía con facilidad: poner la mesa, utilizar correctamente los cubiertos, elegir la ropa, etc.
• La hiperactividad física es frecuente. Camina durante horas sin aparentar cansancio físico.
• La desorientación espacial es errónea. Comienza a perderse en la calle. No se le puede dejar salir solo. La dependencia es cada vez mayor.
• Su comportamiento es impredecible. Puede caracterizarse por reacciones desmesuradas y violentas ante cualquier suceso banal.
• En esta fase pueden aparecer movimientos anormales: temblores repentinos (mioclonos), convulsiones, adopción de posturas ladeadas anormales (distonías) e incluso puede caerse al suelo con el consiguiente peligro de sufrir fracturas óseas.
• La incontinencia urinaria hace acto de presencia, y podrá ser incontinente fecal en un período más o menos breve, dependiendo del grado de la enfermedad.
• Pierde peso aunque su alimentación sea la adecuada, incluso aumentando la ingesta.
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