Capítulo Aragua

sábado, 16 de enero de 2010

Convivir con la desmemoria!!!


11 01 2010

“Tres familias toresanas cuentan su experiencia con enfermos afectados de demencia y reclaman la necesidad de un centro de día en apoyo a la labor prestada por la Asociación de Alzheimer”

Autor: Maite Barrio

Categoría: Cuidador

Manuela de la Iglesia, Socorro Alonso y Vicenta Arenas, 76, 68 y 77 años, respectivamente. Las tres saben lo que es convivir día a día con la desmemoria, la ausencia de recuerdos y en el mejor o peor de las casos con la confusión de los mismos. Las tres, toresanas, conviven con sus maridos enfermos de Alzheimer -Jesús Espinosa, 75 años; Segundo Tejeda, 65 y Paco Oliveros, 85- y tienen la valentía de poner cara y voz a los cientos de familias que ven como las personas a las que aman van dejando de ser lo que un día fueron. Las tres son el ejemplo del tesón y la capacidad de sobreponerse de muchas familias a un golpe tan duro que solo quien lo padece es capaz de abarcar, incluso sin perder el sentido del humor.

Las tres hablan de sus historias y de lo que sienten, se desahogan, como hacen cada quince día y durante dos horas en el «Grupo de Autoayuda» puesto en marcha en Toro por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Zamora (Afazamora), dentro de las diversas actividades que vienen desarrollando desde que se implantase el año pasado. La psicóloga de la entidad, María Rodríguez, que también estuvo en el encuentro, es la encargada del grupo.

Manuela : «Jesús enfermó hace más de cuatro años, aunque antes ya veíamos que iba perdiendo memoria. Al principio es duro, no quieres admitir lo que pasa y eso es mal para los dos; yo pensaba que no iba a poder con la situación, porque hace cosas que no comprendes: ponía los zapatos encima de la mesa o de la cama y me enfurecía. Ahora hace los mismo, pero he aprendido a admitirlo y lo veo como normal».

Vicenta : «Hay veces que lo pasas mal, porque es como si fuera otra persona; como si fuera un niño».

Manuela: «A mí me parece como que le quiero más que antes, a pesar de todo lo que me hace; ahora se acerca y le digo, venga, dame un beso».

Socorro: «A mí hay cosas que me cuesta admitir y me pregunto por qué tiene que hacerlas así si las puede hacer de otra manera. Por ejemplo, tarda mucho en comer, y eso lo llevo mal porque otras veces reacciona rápido y tiene un comportamiento normal, como cuando tiene que arreglarse y salir, es más autónomo. Yo empecé a aceptarlo muy bien cuando comencé a ir a Zamora a la asociación cuando le diagnosticaron la enfermedad hace tres años, justo cuatro meses antes de jubilarse. Siempre pensamos que cuando se jubilase íbamos a viajar mucho. Ahora salgo lo que puedo, pero ya no es la misma sensación de algarabía, dentro de ti hay un algo que no te deja ser normal, porque ya vas a esos viajes como cuidadora.

Vicenta: «Es verdad, te olvidas de ti para atenderlos a ellos, solo piensas en su bienestar. Paco lleva menos tiempo enfermo y es mayor, pero ha caído más en picado. Una de las cosas que peor se lleva es que te limitan mucho en las relaciones sociales, tiran continuamente de ti, no dejan que te pares ni a hablar».

Manuela: «Y no podemos compartir los problemas con ellos, porque se obsesionan y no paran de preguntarte».

Socorro: «El mío no es capaz ni de bajar la escalera de casa sin mí. Te aconsejan que los cuidadores tengamos dos horas diarias para evadirnos, pero yo no puedo».

Manuela: «Pues fíjate que curioso, el mío no sabe dónde tiene los calcetines, que siempre han estado en el mismo sitio, y, sin embargo, el otro día me fue a buscar al centro de salud él solo».

Vicenta: «Bueno, pero lo normal es que tengan una dependencia tremenda; hay veces que te sientes agobiada, porque son muchas horas al día pendiente. Cuando vienen a la asociación parecen otros, entre ellos se entienden».

Socorro: «Por eso sería muy bueno poder contar con un centro al que pudieran venir todos los días, ellos estarían mejor y para nosotras sería un alivio, podríamos hacer las cosas más relajadamente, porque yo voy a comprar con él y, cuando me he querido dar cuenta ya me ha llenado la cesta».

María: «Un centro es fundamental, porque normalmente se les puede dejar de diez a dos de la tarde; durante ese tiempo vosotras vivís y ellos están mejor».

Vicenta:«Es que, si están solo con nosotras, están totalmente pendientes, nos controlan cualquier momento que faltamos; estamos más sujetas nosotras que ellos».

Socorro:«Las personas tiene que mentalizarse, por el bien de los enfermos y de los cuidadores, que es fundamental conseguir un centro para que puedan estar cómodos y puedan venir a diario».

Aunque Afazamora no dispone de datos oficiales sobre el número de enfermos de Alzheimer en la comarca de Toro, si se aplica la lógica, como señala la psicóloga, María Rodríguez, «es fácil llegar a la conclusión de que el porcentaje es alto, ya que la población está envejecida». De cualquier manera, es patente que esa realidad no se corresponde con la demanda de los servicios de la asociación en Toro, donde diariamente se presta asistencia en los talleres a siete enfermos y cinco familiares forman parte del programa de atención destinados a ellos.

Para María «es un número muy bajo. La verdad es que la falta de concienciación es un problema». Por su parte, Manuela asegura que «muchas familias no quieren que la gente se entere de lo que les pasa». Y Socorro estima que «algunos familiares se escudan en decir que los enfermos no quieren venir, pero quien tiene que decidir es la familia».

Vicenta lo tiene claro:«Yo lo que no entiendo es que digan que no los traen porque lo pasan mal, pero ni siquiera intentan venir un día y darle la opción al enfermo para ver cómo se encuentra aquí».

Apunta Socorro que «tienen que mentalizarse de que es un enfermedad como otras y que hay que cuidarlos y darles lo mejor, y ya está».

Manuela explica que «a mi alguna me ha preguntado que cuánto cuesta».Y María aclara: «pero ya sabéis que hay ayudas de las Administraciones, lo que pasa es que si no vienen y se informan, nunca se van a enterar».

La respuesta la da Socorro: «¡Pues no saben lo que se pierden, poder pasar dos horas aquí sin preocuparte!, además, nos desahogamos de todo lo que tenemos dentro durante la semana, aunque no todo es malo, también nos contamos cosas divertidas, porque muchas veces te tienes que reír con las situaciones. Yo me río mucho con él y bailamos».

Manuela cuenta que «a mí, cuando me ve enfadada, se da cuenta y quiere hasta fregar. Y el mes pasado hicimos las bodas de oro, fue todo muy bonito, y él fue consciente».

Por su parte, Vicenta indica que «a mí me confunde con su abuela y si le mando algo y cree que soy su abuela se enfada, pero si le digo que soy su mujer ya no. Creo que si no hubiera estado preparada por la asociación, me hubiera hecho mucho daño que me confundiera con otra persona. La asociación nos está ayudando mucho, incluso nos ayudan a arreglar cosas.

Para Socorro «están haciendo una labor muy importante y creo que las Administraciones deberían implicarse más en la zonas rurales, porque tenemos menos medios que en las ciudades».

María se hace eco del sentir general y apunta que «estamos muy agradecidos con la Gerencia de Servicios Sociales, que nos ha cedido una dependencia del Centro de mayores, pero es el único esfuerzo institucional que se ha hecho, lo demás lo ha hecho la asociación con la ayuda de alguna entidad privada como la Caixa.

Socorro se pregunta por el porvenir: «¿El futuro? Vamos viviendo el día a día. A mí ni siquiera me gusta pensarlo, ¿por qué voy a sufrir por lo que vaya a pasar mañana?». Y Manuela lo tiene claro: «Yo lo que pido es no caer enferma». Contesta Vicenta: «Claro, para no dejar un cargo a la familia». Y sigue Socorro «Tú piensa en ti ahora». El punto final lo pone Vicenta «Ya, pero la edad va contando».

Fuente: La Opinión de Zamora

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