Capítulo Aragua

domingo, 8 de julio de 2012

LA LOTERÍA DEL ALZHEIMER

Todo empieza cuando la proteína beta-amiloide se deposita en el cerebro

Ya que de momento no hay mucho que hacer por la curación del Alzheimer, es importante al menos que ya no escondemos la enfermedad y hablamos de ella sin vergüenza.

LA LOTERÍA DEL ALZHEIMER
Ana Romaz / Actualizado 29 marzo 2012
Han pasado casi tres semanas desde que mi madre trata de salir adelante en el Hospital. Tres semanas largas y angustiosas, en las que vemos pasar las horas esperando un cambio, aferrándonos a las mínimas esperanzas que nos van dando quienes la atienden.

En este tiempo, que se hace eterno, he tenido oportunidad de reflexionar sobre la situación que estamos viviendo…al final, no sé si soy una boba, le veo una parte positiva al dolor que todo esto nos produce.
En primer lugar me siento agradecida por la asistencia que está recibiendo, tanto en el aspecto profesional como en el humano, Mamá no podría estar mejor atendida.

Me siento agradecida, también, por poder estar con ella, porque toda la familia nos hemos organizado para no dejarla sola ni un minuto. Porque vivimos cerca, porque todos a una estamos haciendo lo imposible por hacerla sentir lo mejor que se puede.

En un pasillo del Hospital me encontré, hace unos días, a una amiga. Hacía tiempo que no nos veíamos y nos tomamos un café poniéndonos al corriente de las familias respectivas. Me apenó saber que su madre, compañera de la mía en “dobles” de tenis, durante muchos años, también tiene Alzheimer.

Inevitablemente terminamos hablando de las muchas experiencias vividas con ellas en el tiempo que llevan enfermas. Mi amiga me habló de lo mal que lo pasaron ella y su hermano ante la decisión de incapacitar legalmente a su madre. Se había convertido en un peligro al no poder controlar sus asuntos económicos, y en varias ocasiones había ido regalando cantidades en efectivo o joyas de valor a la dependienta del supermercado o al portero de la finca en la que vivía.

En esta tesitura la preocupación por protegerla de si misma chocaba con la pena que produce declarar a quién se quiere “incapaz”. Me contaba también, mi amiga, de sus desubicaciones, de cómo se perdía en su propia urbanización… en fin, que llegó un momento en que tuvieron que tomar una decisión respecto a que hacer.

Y de nuevo oí algo que me es conocido por haberlo vivido: el agobio de encontrar el mejor sitio, las dudas sobre si se está haciendo bien o no, la necesidad de saber que está segura y bien cuidada.

Somos muchos, cada vez más, los que nos encontramos con la necesidad de resolver situaciones parecidas a esta. Y todos pasamos, con pequeñas diferencias, por los mismos puntos clave. Es positivo, creo yo, cuando puedes relativizar lo que estás viviendo y darte cuenta de que tu familia no es la única que tiene un problema similar.

No se trata de aplicar aquel refrán antiguo de “Mal de muchos, consuelo de tontos”… el que haya muchos afectados no cambia el drama que supone un enfermo de Alzheimer en casa, pero el saber que ese número, desgraciadamente en aumento, es un seguro sobre la investigación en el tema, sobre la sensibilización acerca de la E.A., sobre la mejora en la asistencia a estos pacientes…eso, al menos, es un consuelo.

Ante lo que los profesionales de la Salud ya denominan como la Pandemia del siglo XXI, y ya que de momento no hay mucho que hacer por la curación de los enfermos de Alzheimer, es importante el cambio de mentalidad que se ha producido: ya no escondemos la enfermedad, se habla de este mal como de cualquier otro, sin vergüenza, sin complejos. Cada vez estamos, en general, más concienciados de que es una lotería que puede tocarnos a cualquiera, sin haber hecho nada para merecerlo, sin tener responsabilidad en el proceso. Que todo empieza cuando, un mal día, la proteína beta-amiloide empieza a depositarse en el cerebro.

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