Capítulo Aragua

sábado, 2 de junio de 2012

Fases clínicas de la enfermedad de Alzheimer

Fases clínicas de la enfermedad de Alzheimer
Autor: Dra. Mercè Piera - Revisado: 8 de Noviembre 2011
La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia irreversible en adultos. La primera descripción de la misma fue realizada por Alois Alzheimer (de ahí el nombre de la enfermedad) en 1907, que definió el proceso como una demencia de inicio precoz

La enfermedad de Alzheimer es propia de la tercera edad
La enfermedad de Alzheimer (EA) es un tipo de lesión cerebral orgánica frecuente a partir de los 65 años y debe considerarse como propia de la llamada 3ª edad, cuyo deterioro intelectual progresa gradualmente desde la amnesia hasta la incapacidad total, desconociéndose certeramente su causa.
Se puede establecer siete estadios clínicos o fases de evolución de la enfermedad, cuyo deterioro va siendo marcadamente progresivo. Es raro que afecte a personas de 40-45 años. Sin embargo, a partir de los 65 años la incidencia es mayor. El enfermo no muere de Alzheimer, sino de padecimientos agregados derivados de su situación de encamamiento (neumonía, fallos cardíacos, respiratorios, etc.).
Fase 1: Normal

Esta fase incluye a toda persona mentalmente sana de cualquier edad.
Fase 2: Falta de memoria normal para la edad

Un número importante de las personas mayores de 65 años se quejan de dificultades cognitivas y/o funcionales características. Las personas de edad avanzada con estos síntomas creen que no pueden recordar los nombres tan bien cómo lo hacían 5 o 10 años atrás y suelen decir que ya no pueden recordar dónde dejan las cosas tan bien como antes.
También es frecuente que expresen dificultad en concentrase y en hallar las palabras correctas al hablar. Estos síntomas suelen ser benignos, sin embargo, pueden ser predictivos de que la persona sufrirá un declive más rápido que las personas de la misma edad y con la misma salud que no presentan los mismos.
Fase 3: Deterioro cognitivo leve

Las personas que se encuentran en este fase manifiestan déficits sutiles, pero que son advertidos por las personas que se relacionan estrechamente con ellas. Estos déficits pueden manifestarse en forma de repetir preguntas de forma evidente, disminución en el rendimiento laboral o incapacidad de dominar nuevas herramientas de trabajo como por ejemplo la informática.

Muchas personas con estos síntomas empiezan a experimentar ansiedad, que puede llegar a ser evidente. A veces, una “retirada estratégica” en forma de jubilación puede aliviar el estrés psicológico y reducir tanto la ansiedad subjetiva como la claramente manifiesta.

El pronóstico de las personas con deterioro cognitivo leve (DCL) es variable. Una parte importante de estas personas seguirán evolucionando durante mucho tiempo sin empeorar, mientras que otra proporción de individuos empeorará evidentemente y manifestará síntomas claros de demencia en un intervalo de aproximadamente 2 a 4 años.

Los síntomas de esta fase pueden no resultar evidentes para familiares y amigos de aquellas personas que no llevan a cabo tareas ocupacionales o sociales complejas.

La duración de este periodo es de unos 7 años.
Fase 4: Enfermedad de Alzheimer leve

Los síntomas de deterioro resultan evidentes en este fase. Por ejemplo, pueden no recordarse acontecimientos recientes importantes, tales como unas vacaciones o la visita a un familiar. De forma similar, pueden producirse errores al intentar recordar el día de la semana, el mes o la estación. Los enfermos en este fase suelen aún recordar su dirección correcta. Generalmente pueden recordar también las condiciones climáticas externas y eventos actuales muy importantes, como el nombre de un jefe de estado importante.

La persona en esta fase puede potencialmente llevar una vida independiente, a pesar de que se hallan afectadas las capacidades cognitiva y funcional para realizar actividades cotidianas. Así, se tiene una menor capacidad para llevar la economía doméstica, lo cuál puede manifestarse como dificultar para pagar el alquiler u otras facturas. La pareja puede percatarse de que su cónyugue tiene a la hora de escribir las fechas y cantidades correctas en los cheques.

El estado de ánimo del enfermo suele mostrar una menor reacción emocional que previamente. Esta ausencia de respuesta emocional puede estar íntimamente relacionada con la negación por parte del enfermo de su déficit, que suele ser notable en este fase. Por este motivo, la persona afectada por el Alzheimer renuncia a participar en actividades tales como las conversaciones.

El diagnóstico de la EA puede realizarse con considerable certeza desde el inicio de este fase que suele tener una duración aproximada de 2 años.
Fase 5: Enfermedad de Alzheimer moderada

Los déficits en esta fase son ya lo suficientemente importantes como para que el enfermo no pueda valerse por sí mismo y por tanto, no pueda vivir de forma independiente. Los problemas del comportamiento como la cólera o el recelo son reacciones muy frecuentes en las personas en este fase que no reciben suficiente apoyo.

Los enfermos en esta fase no suelen poder recordar acontecimientos importantes y aspectos de su vida actual como el nombre del presidente, las condiciones meteorológicas del día, o su dirección correcta. Característicamente, algunos de estos aspectos importantes de la vida actual se recuerdan, pero no otros. Además, la información se retiene de forma imprecisa, y así, por ejemplo, el paciente puede recordar su dirección correcta en algunas ocasiones, pero no en otras.

La memoria remota también se afecta, hasta el punto de que los enfermos pueden no recordar el nombre de la escuela a las que asistieron durante muchos años y en la que se graduaron. La orientación puede estar comprometida hasta el punto de que no pueda recordarse el año correcto. Los déficits para el cálculo son de tal magnitud que una persona instruida tiene dificultad para contar hacia atrás desde 20, de 2 en 2.

Funcionalmente, las personas en este fase tienen dificultades incipientes con las actividades básicas de la vida diaria. El déficit característico de este tipo es la disminución de la capacidad para elegir independientemente la ropa adecuada. Este fase dura un promedio de 1,5 años.
Fase 6: Enfermedad de Alzheimer moderadamente severa

En esta fase, la capacidad para realizar actividades básicas de la vida diaria se ve comprometida. Los enfermos, además de haber perdido la capacidad para elegir su ropa sin ayuda, empiezan a requerir ayuda para vestirse adecuadamente. A menos que los supervisen, los enfermos pueden ponerse la ropa del revés, pueden tener dificultad para poner el brazo en la manga correcta o pueden vestirse siguiendo una secuencia incorrecta. Por ejemplo, los pacientes pueden ponerse la ropa de calle encima de la ropa de noche.
La persona pierde la capacidad de bañarse de forma independiente sin ayuda. Característicamente, el déficit más frecuente y precoz al bañarse es la dificultad para ajustar la temperatura del agua del baño.

Inicialmente, una vez el cónyuge ajusta la temperatura del agua del baño, el paciente todavía puede potencialmente bañarse por sí mismo. Posteriormente, a medida que este fase avanza, aparecen nuevos déficits para bañarse y vestirse de forma independiente. Los enfermos generalmente desarrollan déficits en otras modalidades de la higiene diaria tales como cepillarse los dientes. Con la evolución posterior de la EA, los enfermos pierden la capacidad para comportarse correctamente y de forma independiente en el lavabo. Si no se les supervisa pueden tirar el papel higiénico en lugar equivocado.

Muchos pacientes olvidan cómo hacer funcionar el retrete adecuadamente y a medida que evoluciona esta fase de la enfermedad, los pacientes se vuelven incontinentes. Suele aparecer primero la incontinencia de orina y posteriormente la incontinencia fecal. La incontinencia puede ser tratada, o incluso inicialmente prevenirse yendo frecuentemente al lavabo.
Subsiguientemente, es necesario considerar estrategias para manejar la incontinencia, incluyendo un acondicionamiento apropiado de la cama, pañales absorbentes, etc.

En la fase sexta los déficits cognitivos suelen ser tan severos que las personas pueden mostrar escaso o nulo conocimiento cuando se les pregunta acerca de aspectos importantes de su vida actual como su dirección o las condiciones climáticas del día. Generalmente, es tan difícil recordar los acontecimientos de actualidad que el paciente no puede nombrar al jefe de estado u otras figuras relevantes de interés periodístico. En esta fase, las personas pueden o no recordar acontecimientos básicos de la vida como los nombres de sus padres, su profesión y el país en el que nacieron. Aún conservan algún conocimiento de su propio nombre; sin embargo, los pacientes en este fase empiezan a confundir a su cónyuge con su padre fallecido y también confunden la identidad de las personas, incluso la de familiares cercanos, en su propio entorno.
Con frecuencia, la capacidad de cálculo está tan severamente comprometida que incluso las personas con buena formación tienen dificultades para contar hacia atrás, desde 10, de uno en uno.
Los cambios emocionales generalmente son más evidentes y perturbadores en este fase de la EA y están claramente relacionados con la reacción psicológica del paciente a sus circunstancias. Por ejemplo, a causa de sus déficits cognitivos, los pacientes ya no pueden canalizar sus energías en actividades productivas. Consecuentemente, los pacientes empiezan a agitarse, a pasear por la habitación, a cambiar los objetos de sitio y a colocar las cosas en lugares que no les corresponden, o a manifestar otras formas de despropósitos o actividades inapropiadas. A causa del temor, de la frustración y el enfado que siente el paciente ante sus circunstancias, y de otros factores neuroquímicos, los enfermos suelen presentar accesos de cólera verbales, y pueden tener un comportamiento amenazante o incluso violento. Dado que no pueden sobrevivir de forma independiente, los pacientes frecuentemente desarrollan miedo a quedarse solos.
El tratamiento de estos y otros síntomas psicológicos y del comportamiento, que aparecen en este y otros fases de la EA, consiste en aconsejar sobre la realización de actividades apropiadas y sobre el impacto psicológico que tiene la enfermedad sobre el paciente, y en realizar intervenciones farmacológicas.
La duración media de este fase de la EA es de aproximadamente 2,5 años. A medida que este fase finaliza, el paciente, que presenta incontinencia urinaria y fecal, y necesita ayuda para vestirse y bañarse, empieza a manifestar un deterioro evidente de la capacidad para articular el habla. Se hacen manifiestos el tartamudeo, los neologismos y /o una elevada insuficiencia del habla.
Fase 7: Enfermedad de Alzheimer severa

En este fase, la EA requiere asistencia continua en las actividades de la vida diaria para la supervivencia. Al principio de esta fase, el habla se vuelve tan circunscrita que se limita a media docena de palabras inteligibles aproximadamente, o menos, en el transcurso de una entrevista con numerosas preguntas. A medida que progresa esta fase, el habla se limita aún más, como mucho a una sola palabra inteligible. Una vez se ha perdido el habla, se pierde también la capacidad de deambular de forma independiente por lo que el enfermo requiere ayuda para andar.
Posteriormente, los pacientes pierden también la capacidad de sentarse por sí solos. En este punto de la evolución de la EA, los enfermos se caen cuando están sentados a menos que la silla tenga brazos que los mantengan rectos.

Los pacientes que sobreviven, subsecuentemente pierden la capacidad de sonreír. Así, sólo se observan muecas en los movimientos faciales en lugar de sonrisas. El enfermo finalmente pierde la capacidad de sostener la cabeza recta por sí mismo. Con un cuidado apropiado y soporte vital, los enfermos pueden sobrevivir en esta fase final de la EA durante años.

En esta etapa final de la EA se hace más evidente la rigidez que afecta a articulaciones como el codo en la mayoría de los enfermos. En muchos pacientes, esta rigidez parece preceder a la aparición de deformidades físicas manifiestas en forma de contracturas. Las contracturas son deformidades irreversibles que impiden la movilidad pasiva o activa de las articulaciones.
El enfermo en esta fase muestra también reflejos “infantiles”, “primitivos” o “del desarrollo”, que están presentes en el niño, pero que desaparecen cuando empieza a andar. Estos reflejos, como el de prensión o el de succión suelen empezar a reaparecer a finales se la sexta fase y suelen estar presentes en el paciente con fase siete de la EA.

El paciente con EA suele fallecer durante el curso de la última fase. La muerte se produce generalmente cuando el paciente pierde la capacidad de andar y de sentarse por sí mismo. La causa de muerte más común es la neumonía por aspiración. Otra causa frecuente de fallecimiento son las úlceras de decúbito infectadas. Los pacientes con EA en fase séptima parecen ser más vulnerables a todas las causas de mortalidad de las personas de edad avanzada, incluyendo el accidente vascular cerebral, la enfermedad cardíaca y el cáncer. Algunos pacientes en este fase final parecen sucumbir a otra causa no identificable distinta de la EA.
 

 



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