Capítulo Aragua

domingo, 20 de marzo de 2011

Las dificultades que presentan la demencia y la conducción

Las dificultades que presentan la
demencia y la conducción
Para numerosas personas adultas, conducir representa independencia,
libertad, competencia y control. Es una manera de
acceder al cuidado de la propia salud, comprar lo necesario,
ser productivo y mantenerse en contacto con la familia, los
amigos y la comunidad. Por lo general, las preocupaciones
acerca de la conducción surgen durante los primeros estadios
de la demencia, cuando las personas que la padecen todavía
continúan con compromisos sociales y son capaces de manejar
otras actividades diarias. El dejar de conducir puede ser un
tema profundamente personal y emocional.
Cuando a una persona se le diagnostica demencia, los familiares
pueden estimular al ser querido para que exprese lo que
significa para él dejar de conducir. Iniciar estas conversaciones
durante las primeras etapas de la enfermedad ayudará al
paciente a mitigar el período de transición hasta dejar de
conducir en el futuro. Las personas que cuidan del paciente
pueden tratar de imaginar qué sería su vida si no pudiesen
conducir y estimular al familiar con demencia a revelar a un
amigo lo que dejar de conducir significa para él.
Algo diferente de los cambios comunes que afectan
la vida en la madurez
Los cambios comunes que afectan a las personas que envejecen,
tales como problemas de la visión y tiempos de reacción
más lentos pueden afectar las habilidades de conducción de
los adultos de edad avanzada. Muchas personas responden a
estos cambios modificando gradualmente la forma en que
conducen, tales como evitar conducir en ciertas carreteras,
durante la noche o grandes distancias. Con frecuencia, los
adultos de edad avanzada que no padecen demencia son
capaces de evaluar y regular su conducción sin la intervención
de la familia, y de continuar conduciendo en forma segura
durante toda su vida.
La situación es muy diferente para las personas que padecen
la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia. Por
lo general, la progresión de esta enfermedad es gradual y, de
alguna manera, impredecible. Las funciones cognitivas
necesarias para la conducción, tales como el juicio, el tiempo
de reacción y la capacidad para resolver problemas, se ven
afectadas. También pueden aparecer problemas físicos y
sensoriales que aumentan el riesgo de conducir.

Cuando una persona padece demencia, la
capacidad del individuo para evaluar sus habilidades
de conducción también puede disminuir.
Si bien la mayoría de las personas tienden a
sobrestimar sus habilidades de conducción,
las personas con demencia son especialmente
propensas a minimizar la complejidad de la conducción
y sobrestimar sus habilidades. Pueden
recurrir a excusas o culpar a otros por sus conductas
de conducción de alto riesgo. Éstas son
algunas razones comunes que las personas con
demencia utilizan para justificar el hecho de que
continúen conduciendo:
• “El simple hecho de que me haya perdido no
significa que no pueda seguir conduciendo.”
• “Me aseguro de mirar por dónde voy.”
• “He conducido durante muchísimos años, y no
he tenido ni un solo accidente.”
A medida que van disminuyendo las habilidades
de conducción y autoevaluación, aumenta el
riesgo de pérdidas o lesiones graves. Con frecuencia,
las personas que cuidan de estos
pacientes deben asumir la mayoría de las responsabilidades
de supervisar y regular la conducción
de la persona con demencia.
“Sabemos
que prohibirle
conducir es la
primera de
muchísimas
indignidades
que deberá sufrir.
Él piensa que no
es un verdadero
un hombre sin
un automóvil.
¡Es tan difícil
determinar
dónde trazar
la línea!”
S
– Hija de una persona
con demencia
que prohibirle
conducir es la
primera de
muchísimas
indignidades
que deberá sufrir.
Él piensa que no
es un verdadero
un hombre sin
un automóvil.
¡Es tan difícil
determinar
dónde trazar
la línea!”
abemos
– Hija de una persona
con demencia

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