Crítica y público recibieron con un caluroso aplauso al que fue presidente de la Generalitat, protagonista del documental 'Bicicleta, cullera, poma', de Carles Bosch
San Sebastián. (dpa) - Conmovidos y emocionados, Crítica y público recibieron hoy con un caluroso aplauso al cineasta Carles Bosch y al ex alcalde de Barcelona y ex presidente del gobierno catalán Pasqual Maragall, que protagoniza el documental sobre el Alzheimer "Bicicleta, cullera, poma" ("Bicicleta, cuchara, manzana").
La cinta, que se presentó en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián pero fuera de concurso, es un recorrido durante los dos años que siguieron al anuncio público de la enfermedad de Maragall, y el empeño de éste y su familia por plantarle cara y mirar al futuro con optimismo.
El director de "Balseros", que fue nominada al Oscar como mejor documental, traza para ello un collage de líneas narrativas, donde va alternando un vivo retrato del protagonista y sus familiares con secuencias más divulgativas sobre la enfermedad de Alzheimer, la fundación creada por Maragall para combatirla y entrevistas con distintos investigadores.
"Definí la película como una novela que, de vez en cuando, tiene un asterisco o un pie de página", explicó el director en la conferencia de prensa. Y, aunque cuando se filma un documental uno va dando "palos de ciego" y no puede planificarlo todo, Bosch tenía muy claro que "o hacía una gran película o no pintaba nada" metiéndose en ese proyecto.
Y es que un filme concebido como "herramienta" para concienciar sobre el Alzheimer no era tarea fácil: "Él (Maragall) no tenía ganas de hablar de la enfermedad, y enseguida me di cuenta de que no podía sustentar la película en entrevistas sobre su estado de ánimo", contó el realizador.
La clave fue la espontaneidad, tanto de familiares como del protagonista: "Conocía su nivel humano, pero no sabía que iba a dar ese juego tremendo ante la cámara", explicó Bosch sobre el ex político, que aparece jugando al fútbol con niños o repartiendo besos y abrazos a quienes lo rodeaban tras conocerse la victoria de Barack Obama en las pasadas elecciones de Estados Unidos.
Ya desde el principio del filme, Maragall deja claro que quería un documental divertido, y "Bicicleta, cuchara, manzana", además de abordar la enfermedad con humor, rebosa optimismo. "Estamos optimistas porque estamos en un camino en el que hay que ponerse muy en serio en la investigación", declaró Diana Garrigosa, esposa de Maragall y vicepresidenta de la fundación.
El ex alcalde de Barcelona estuvo presente durante la proyección del largometraje y recibió emocionado el aplauso del auditorio, pero no acudió a la rueda de prensa porque prefirió dar un paseo con su nieta. "Pasqual está inestable dentro de una cierta estabilidad", contó Garrigosa. Pero "tiene que tener cosas en su agenda y si hay una página en blanco se pone muy nervioso".
El caso de Maragall, a quien la enfermedad se le diagnosticó en un estadio muy temprano, tiene también el objetivo de mostrar que no sólo hay mucho por hacer en cuanto a investigación, sino que también hay mucha vida por delante para enfermos, familiares y amigos.
Aunque el camino no sea fácil y algunas escenas de gran intensidad dramática den buena cuenta de ello. "No queríamos hacer una película sobre el Alzheimer que la gente conoce, sobre los enfermos dependientes, sino sobre los casos que no se conocen", apuntó el director, que considera que existe "un cierto tópico" sobre cómo es la enfermedad transmitido por el cine de ficción.
Bosch tampoco quiso "traspasar la línea del pudor", y "no sólo porque (Maragall) es una persona pública, sino porque era una persona y su familia quienes se estaban abriendo" a los demás. Además, la palabra "esperar" para mostrar un estadio más avanzado del Alzheimer no tiene cabida en una enfermedad sin cura donde el tiempo corre en contra de uno engullendo eso que lo distingue como persona: la memoria.
lA VANGUARDIA.ES
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