En Galicia, 50.000 personas padecen Alzheimer, un tipo de demencia senil caracterizado por la pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales. Desde su descubrimiento, en 1906, los investigadores se han afanado en dar con un tratamiento eficaz para la enfermedad. Pese a ello, la ansiada cura se hace esperar
PATRICIA ABET / santiago Día 22/09/2010 En Galicia se diagnostican cada año 5.000 nuevos casos de Alzheimer. El número total de afectados por la enfermedad en el conjunto de la Comunidad supera los 50.000. En España los damnificados son 600.000 pero los últimos informes apuntan a que en los próximos veinte años el dato se duplicará. En el mundo se detecta un nuevo caso cada siete segundos.
Estas cifras son tan solo un reflejo numérico de una realidad a la que a diario se enfrentan especialistas médicos, cuidadores espacializados, investigadores y, sobre todo, las propias familias de los afectados. Éstas últimas, y con motivo del Día Internacional del Alzheimer, han sido las encargadas de dar la voz de alarma. Y es que según Fagal (Federación de Asociaciones Gallegas de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias), en torno a la mitad de los gallegos aquejados por este mal no cuentan con un diagnóstico firme que permita iniciar un tratamiento temprano.
En el caso de esta demencia senil, la evaluación precoz se convierte en la mejor arma para ralentizar los síntomas de una enfermedad que, hoy por hoy, no tiene cura. Aunque la esperanza de vida del paciente depende en gran medida de sus características personales, la duración media del proceso degenerativo ronda los diez años. «Si la dolencia se diagnostica en una fase temprana, se le pueden recetar a los pacientes fármacos que frenen el proceso y también comenzar con tratamientos no farmacológicos desde el inicio», explica el presidente de Fagal, Juan Carlos Rodríguez. En este sentido, desde el ente también reconocen el avance social que se ha vivido en los últimos tiempos. «Hay un mayor conocimiento y una mayor sensibilización para con esta enfermedad, lo que hace que los pacientes acudan antes a los centros de salud».
En la batalla diaria contra la conocida como «enfermedad del olvido», los centros de día son una de las pocas tablas de salvación a las que los cuidadores a tiempo completo se pueden agarrar. En esta línea se enmarcan proyectos como la puesta en marcha de una red de centros públicos especializados en esta dolencia, que ya cuenta con ocho sedes en Galicia y que abrirá otras cuatro en breve. Pese a ello, los mayores problemas se siguen concentrando en el rural, donde la dispersión poblacional es un obstáculo insalvable en muchos de los casos. El problema quedaría parcialmente subsanado, según Fagal, con la creación de unidades de atención en las poblaciones más pequeñas y con menos recursos.
Entre el resto de reclamaciones pendientes, que cobran especial relevancia en este día, destaca la realización de un mapa de demencias gallego así como una mayor inversión socio-sanitaria, el desarrollo de programas de formación y el apoyo psicológico a las familias. Conscientes de estas necesidades, desde Adif han puesto en marcha en la estación de tren de La Coruña una campaña informativa a través de la que se hace especial hincapié en el papel que el núcleo familiar juega en este tipo de situaciones.
Por su parte, desde la Xunta de Galicia han resaltado la necesidad de fomentar la formación de profesionales en el ámbito del cuidado de las personas con demencia, tanto de trabajadores en activo como de aquellos que ven en esta profesión una salida laboral. De ahí a la creación, en colaboración con distintas entidades, de un módulo específico sobre el Alzheimer dirigido a personal no cualificado que tiene a su cargo personas con este tipo de dolencia, es decir, a sus los hijos, hermanos o parejas encargados de enfrentarse a un difícil día a día con unos respaldos más que limitados.
El fantasma de la crisis
La situación económica actual también ha afectado de lleno a los bolsillos de las familias con enfermos a su cargo. «Sin duda, el paciente supone un coste muy elevado para las familias, y más cuanto más avanzada está la enfermedad», afirmó el presidente de Fagal. Y es que, en casos como estos no basta con apretarse el cinturón. «La crisis ha provocado la demora de ciertos recursos con los que deberíamos poder contar como la Ley de Dependencia», censuran.
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