CLAVES PARA CUIDAR A LOS E.A!!!

Claves para cuidar a los enfermos de Alzheimer en las residencias


Los profesionales del sector denuncian la falta de personal cualificado para atender a los pacientes que presentan este tipo de demencia senil y critican “la poca humanidad” con la que trabajan algunos enfermeros


Paciencia y afecto son dos de las herramientas básicas que debe aplicar un profesional sanitario al que se le asigne la tarea de cuidar a un enfermo de Alzheimer. Esta es la opinión que han manifestado varios expertos del sector consultados por este diario, quienes critican además que no hay personal cualificado para atender las necesidades de un colectivo que “aumenta cada día”.
De hecho, según las últimas estadísticas, más de un millón de personas en España padecen Alzheimer, una cifra a la que hay que añadir 150.000 casos nuevos cada año. Aunque los síntomas de esta demencia senil pueden aparecer a partir de los 30 años, el colectivo de las personas mayores es el que más expuesto está a sufrir esta enfermedad. Datos ofrecidos por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFAL) revelan que el riesgo de que un sujeto mayor de 65 años sufra esta patología está en torno al 8%, mientras que si sobrepasa la edad de los 80, la probabilidad se eleva hasta el 30%. Como conclusión, de todas estas cifras se desprende que prácticamente la mitad de los ciudadanos que padecen Alzheimer están ingresados en residencias, según esta entidad.
Ante esta situación, los responsables de los complejos geriátricos buscan que su personal médico conozca con exactitud los síntomas que presenta este colectivo, que para más complejidad, puede reaccionar de forma inesperada. “El enfermo de Alzheimer no sabe expresar qué siente”, explica el presidente del grupo residencial Bastón de Oro, Miguel Jiménez Cervera, “y además estos pacientes generan rechazo entre los auxiliares médicos”. En la actualidad, Bastón de Oro gestiona siete residencias en España, en las que este tipo de pacientes suponen un porcentaje muy elevado. “Pero disponemos de muy pocos profesionales para cuidar a estas personas”, apunta Cervera.

Humanidad
Con todo esto en mente, el principal consejo que los profesionales del sector darían a una persona responsable de un enfermo de Alzheimer es que tenga un gran sentido de la humanidad. Estos pacientes “requieren cariño y mucho tacto”, -destaca el presidente de Bastón de Oro-, “y si piensan que es media noche, aunque se equivoquen, no se les puede llevar la contraria”. Por ello, uno de los motivos por los que la principal herramienta a la que debe recurrir un enfermo es la paciencia. “Nunca se sabe como van a reaccionar estos enfermos porque no presentan un comportamiento estereotipado”, -matiza la directora médica de la residencia Dalama, María Ángeles Rivera,- “tienes que estar preparado para que te despierten en plena madrugada”.

Formación
Pero la paciencia no sirve de nada si el cuidador no ha recibido una formación especializada. El enfermero de un paciente de Alzheimer debe estar cualificado y haber superado todos los cursos específicos. Sin embargo, en la actualidad, hay pocas citas formativas en las que se enseñen los fundamentos principales para educar a estos profesionales, por lo que las propias residencias son las que se encargan de preparar al personal correspondiente. María Jesús Morala del Campo, directora de comunicación de AFAL, recuerda que el enfermo puede presentar “heridas, llagas u otras dolencias” que el empleado sanitario debe saber tratar mediante la aplicación de los tratamientos necesarios.


Atención primaria
Precisamente, es en el campo de la atención primaria en el que Morala del Campo recomienda al enfermero estar “muy alerta”, sobre todo, a la hora de suministrar la medicación. “El cuidador tiene que estar pendiente de que las medicinas lleguen al paciente y no se pierdan por el camino”, además, debe responsabilizarse de medir la dosis correspondiente en los tratamientos que se suministren mediante inyecciones, así como encargarse de limpiar las heridas que presente el enfermo. Constituye por tanto una prioridad vigilar cualquier signo anormal que pueda aparecer en las personas que presentan esta patología.
Otro de los cuidados sobre los que el gerocultor está obligado a mostrar una máxima atención es la higiene bucal. “Es un cuidado que está muy abandonado en las residencias”, critica la responsable de AFAL, “de la misma forma que últimamente está muy descuidado el cambio de pañales o el lavado de ropa”.

Labor psicológica
El responsable de cuidar a un paciente de Alzheimer se enfrenta además a la labor de atender las alteraciones psicológicas por las que atraviesa el enfermo, que presenta deficiencias tanto en el campo del conocimiento, como en el de la conducta. Esta tarea es “la más difícil”, en opinión de María Ángeles Rivera, “el sujeto puede estar tranquilo y el enfermero debe por tanto estimularle, o presentar cierto nerviosismo, y entonces es necesario calmarle”. Sin embargo, el problema está en que la falta de personal lleva en muchos casos a que el enfermero, que se ve saturado de trabajo, inmovilice al paciente. “Se abusa de sujeciones”, denuncia Morala del Campo, una decisión que puede llegar a provocar luxaciones en las personas mayores”.

Respeto
En la atención psicológica de los pacientes de Alzheimer, el trato con el que los enfermeros se dirijan a estas personas es un aspecto fundamental. “Las personas tienen una biografía”, precisa la directora de comunicación de AFAL, “que se debe respetar”. En muchas ocasiones, esto implica la necesidad de “tratar de usted” a los enfermos y no dirigirse a los mismos “gritando: ¡abuelo!”.

Calidad
Además de un personal apto para atender a estos pacientes, es necesario que las residencias presenten unos mínimos criterios de calidad y que cuenten con instalaciones adaptadas para los enfermos que presentan este tipo de demencia senil. “La calidad debe mejorar”, -señalan en AFAL-, “lo que conlleva a que las Comunidades Autónomas se involucren más en vigilar que se cumplan estas condiciones”. Varias organizaciones denuncian además que en muchas ocasiones no se “ha puesto cuidado” en las inspecciones para abrir un complejo geriátrico.