Capítulo Aragua

sábado, 30 de enero de 2010

ALZHEIMER!!!

Todas las enfermedades que afectan la salud mental suelen ser difíciles, crueles además de tristes, y el Alzheimer no es la excepción.

Su complejidad radica tanto en el cuidado como en el manejo que debe tener la familia y personas que rodean al enfermo, pues hay situaciones que se vuelven incontrolables y por momentos, pareciera que la paciencia se agotara, pero el amor de las personas cercanas hacen que las fuerzas salgan de donde no existen para continuar con la ardua labor.

El Alzheimer no sólo afecta al paciente sino a todo el entorno familiar y demás allegados. Sin embargo, los más afligidos resultan ser los cuidadores, a quienes se les debe prestar igual o más atención que al mismo enfermo, y mayor aún, cuando esas personas hacen parte del grupo familiar. Es importante hacer un trabajo en equipo para colaborarle lo que más se pueda a estas personas, debido a que la enfermedad puede llegar a ser extenuante y causar un gran estrés.

Es necesario tener en cuenta las siguientes recomendaciones para comprender y aceptar la enfermedad y así lograr adaptarse a ella a medida que avanza el tiempo:

Investigar detenidamente la enfermedad: En primer lugar, es muy importante que la familia y las personas que vivan con el enfermo de Alzheimer tengan un buen conocimiento de la enfermedad, cómo se manifiesta, cuál es su curso, cuáles van a ser las necesidades del anciano en cada momento, las fases que se dan a lo largo de la misma y los problemas y dificultades con que se van a encontrar.

La familia debe entrenarse e informarse a cerca de los cuidados que requiere el enfermo, aprender estrategias de afrontamiento y resolución de problemas, aprender a tomar de decisiones, etc.

Es una enfermedad: Es muy importante tener presente en todo momento que los enfermos de Alzheimer presentan cambios de comportamiento que no son resultado de la voluntad sino de la enfermedad. Por consiguiente es aconsejable no culpar al enfermo de dichas conductas, ni llevarle la contraria, hay que entender que su ubicación temporal y espacial es diferente a la nuestra.

Un "toque" de buen humor: El enfermo de Alzheimer, dependiendo del nivel en que se encuentre, irá teniendo acciones un poco extrañas que al principio pueden causar un gran dolor y desesperación en sus familiares. Sin embargo, hay que mirar estas situaciones desde la óptica del buen humor, lo que es totalmente diferente a la burla. El objetivo es no atormentarse porque el enfermo guardó los zapatos en la nevera o empacó toda su ropa en maletas o valijas, pues el tiempo le irá mostrando que debe "aprender" a reírse de estas anécdotas y tomar la enfermedad no como un martirio, sino como una enseñanza de vida.

Se debe crear un ambiente agradable, donde la persona mayor encuentre toda la comprensión, apoyo posible y un trato amoroso. Es aconsejable llamar a la persona por su nombre, procurar mantener la mirada cuando se le está hablando, sonreírle, hablarle como a un adulto e intentar hablar un poco más despacio de lo habitual.

Intentar cumplir diariamente unos horarios: Horario para levantarse, comidas, aseo, paseos, etc. De esta forma se puede controlar la posible desorientación que habitualmente se da en estas personas. Tampoco es bueno cambiarlos continuamente de lugar, pues suelen desubicarse confundiendo los sitios con facilidad.

El afecto es fundamental: aunque en la mayoría de casos no recuerden las caras de las personas y confundan unas con otras, el tacto, las caricias, las manifestaciones de afecto; sí las reconocen.

Tomar precauciones en la casa: cuando la enfermedad esté más avanzada se tendrán que hacer algunas adecuaciones en el hogar para evitar accidentes. Como ejemplo, dejar la puerta trancada, cerrar la llave del gas, guardar los artículos corto punzantes, etc. Todo esto debido a que su pérdida de memoria les impide ser consientes de lo que están haciendo en un momento determinado y causar un incidente. Además, el Alzheimer afecta la parte motriz, lo que hace peligroso la manipulación de algunos objetos.

Personajes destacados
  • Rita Hayworth

Apoyo para la familia: se debe buscar toda la ayuda posible, como acudir a un médico geriatra, estar en contacto con otras familias que tengan la misma problemática y compartir situaciones semejantes, consultar en las asociaciones de enfermos de Alzheimer, organizar reuniones de familia para conversar y acordar cómo puede ayudar cada uno, y en algunos casos será necesaria la terapia individual si alguien lo necesita.

El adulto mayor, ante la pérdida de autonomía, se apoya en sus hijos, cónyuges o seres muy cercanos como soportes esenciales. Es por ello, que es fundamental el entorno familiar, el trato cariñoso y la calidad de tiempo que se le dedique al enfermo. Es una situación difícil para la familia y por ello deben trabajar su paciencia, capacidad de servicio y fortaleza espiritual, para darle todo el amor que el paciente requiere.

Mi esposa tiene Alzheimer

Marcelino de Andrés y Juan Pablo Ledesma

www.masalto.com

Hace escasos diez años que Consuelo, la mujer con la que Francisco Galindo se casó hace ya cincuenta años, padece la temida enfermedad de Alzheimer. A los 57 años Consuelo empezó a perder la memoria. Visitaron algunos doctores, incluso psiquiatras. Pero las pastillas tan caras que le recetaron no surtían efecto. Algunos especialistas dictaron el terrible veredicto: son los síntomas de una demencia senil avanzada: Alzheimer.

Francisco compró todos libros y revistas publicadas. Con cariño y sacrificio se volcó de lleno en la enfermedad de su mujer y aprendió a convivir con la demencia de su esposa. No fue ni está siendo nada fácil: "Consuelo no puede hacer nada sola. No se reconoce en el espejo. A su lado la vida es una anécdota constante. Si me despisto un segundo, tira los platos a la basura o deja el gas encendido. Cada dos por tres se pone la ropa interior por encima del vestido; si le dejo el desayuno delante, se bebe lo suyo y lo mío. Es desesperante".

Alguien ha tenido la osadía de calificar al Alzheimer como la guillotina que nos aguarda a todos tarde o temprano. Hablando con propiedad, el Alzheimer es una patología que consiste en el envejecimiento cerebral. Las neuronas y arterias cerebrales se debilitan y mueren. Si bien es verdad que el origen de esta enfermedad es variado, los neurólogos afirman que se deben a causas de tipo genético o a factores adquiridos del ambiente. Al aumentarse la calidad de vida, se ha disparado también la duración de la misma. Y esto sucede hasta en las mejores familias, porque el Alzheimer toca a las puertas de los ricos como a las chozas de los pobres. No tiene tarjeta de visita ni preferencias. ¿Quién no recuerda el caso Rita Hayworth o de Ronald Reagan?

Si bien es verdad que la mayoría de los afectados superan los 65 años, los primeros síntomas pueden asaltar a cualquier persona en la década de los cuarentas. ¡No es para alarmarse! Son casos muy aislados.

¿Y si algún ser querido de tu familia... ? Dios no lo quiera, pero puede darse. Entonces no podremos hundirnos ni desconcertarnos con la llegada del dolor. La enfermedad no es un monstruo devorador de vidas. No basta la resignación, por más cristiana que nos parezca. La esperanza, por el contrario, es activa, es ardiente, es gozosa. La esperanza descubre en la enfermedad, por terrible y tremenda que parezca, un estado, una etapa y parte de la vida. La enfermedad no crea víctimas, sino calidad de vida; vida en otra dimensión, más misteriosa, menos comprensible y adecuada a nuestros deseos, pero vida. Vida de una persona, de un ser humano, aunque haya perdido la memoria y sus facultades.

He conocido muchos casos, dolorosos, pero ejemplares. Si bien es verdad que sólo se dispone de fármacos como la tacrina para intentar retrasar un poco el desarrollo de la enfermedad, después no hay nada que la retarde. Lo único que queda es valorar y apreciar la calidad de vida del enfermo. Y esto es un reto para quienes viven al lado, se desvelan y cuidan con sacrificio a sus seres queridos. Entonces los días se alargan y tienen "treinta y seis horas". No es fácil porque el amor y el cariño llevan al conflicto de lo que se quiere hacer, lo que realmente se puede y lo que se debería hacer por el enfermo.

Si alguna vez lo ves en otro o te toca sufrirlo en carne propia, recuerda que el Alzheimer no hace "niños grandes que se mueren poco a poco". Cualquier paciente, sumido en la más calamitosa enfermedad, capta y agradece el cariño, la ternura y el amor.

Fuente: www.lafamilia.info

Imagen: www.notisalud.com.ve

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