Capítulo Aragua

sábado, 2 de junio de 2012

Cuídate si cuidas a un enfermo de Alzheimer

Cuídate si cuidas a un enfermo de Alzheimer

Autor: Dra. Mercè Piera - 3 de Mayo 2000

El bienestar del enfermo depende directamente del bienestar de su cuidador


Más del ochenta por ciento de las personas que cuidan a un enfermo de Alzheimer experimentan con frecuencia altos niveles de estrés, y cerca de la mitad llega a sufrir depresión.

Un exceso de estrés por parte de la persona que cuida a alguien afectado por el Alzheimer es perjudicial tanto para el cuidador como para el propio enfermo. El reconocimiento de los signos indicadores de estrés y el aprender como reducir esta situación negativa puede ser de gran ayuda.

Signos de alarma de estrés por parte del cuidador

Rechazo Cólera Aislamiento social Ansiedad Depresión Agotamiento Insomnio Irritabilidad Falta de concentración Problemas de salud En el caso de ser un cuidador y experimentar de forma regular varios de estos síntomas estresantes, es necesario consultar a un médico.

Medidas para reducir el estrés del cuidador

Es fácil que, para atender mejor al enfermo, el cuidador deje de lado las propias necesidades, como descansar, estar con los amigos, divertirse, pasar ratos solo. Es esencial que encuentre la forma de cuidar de sí mismo sin agotar sus propios recursos emocionales y físicos. Para ello pueden ser de utilidad las siguientes medidas:

Conocer cuáles son los medios o recursos de que dispone su comunidad. Póngase en contacto con una Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer que haya en su localidad o intente contactar con la más próxima. Si usted vive en un núcleo de población amplio y no existe tal asociación, ¿por qué no ser el promotor de la misma?. Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de su localidad le asesorarán sobre cómo hacerlo.

Formarse sobre la enfermedad de Alzheimer y sus técnicas de cuidados. Es fundamental la información acerca de la enfermedad, con el fin de planificar su actuación, su vida y atender adecuadamente al enfermo.



Pedir ayuda a familiares, amigos e instituciones. Busque el apoyo de los buenos amigos para que le ayuden a atravesar los tiempos más difíciles y que, en ocasiones, uno no confiesa a su propia familia. Explique a sus amistades la importancia de la enfermedad de su familiar y las consecuencias de ello para usted. Posiblemente sea de los que piensan que nadie cuida al enfermo mejor que usted; procure no abonar esta actitud de ser imprescindible y tolere la ayuda de otros.

Cuidar de sí mismo vigilando la propia dieta, haciendo ejercicio y descansando suficientemente. Prémiese a usted mismo. No le vendrá mal permitirse un capricho de vez en cuando, como un nuevo traje, un bolso, comer un día en su restaurante favorito ... si esto le ayuda a seguir en la brecha. Haga el esfuerzo por no aislarse y mantener al menos algunas de las actividades que realizaba hasta este momento.

Controlar su nivel de estrés mediante la consulta médica y la práctica de técnicas de relajación. Cuando se está al cuidado de un enfermo crónico es frecuente que aparezcan sentimientos de culpa y ambivalencia hacia el mismo (llegando a angustiarse considerablemente por desear en alguna ocasión cosas desagradables a su familiar) así como fatiga, desánimo, enojo e impotencia. En ocasiones, los mecanismos psicológicos de que uno hace uso para hacer frente a los problemas, pueden verse superados y perderse el control de la situación. En este caso es conveniente que busque ayuda de un profesional.

Aceptar los cambios a medida de que ocurran. Contemple los acontecimientos potencialmente estresantes como oportunidad para cambiar y solicitar ayuda de otras personas con similar experiencia.

Ser realista sobre lo que usted puede hacer. Acepte la enfermedad pero, sobre todo, sea capaz también de reconocer sus derechos y de sentirse bien por lo que hace.

Sentirse orgulloso con lo que se ha conseguido. Puesto que usted conoce el curso de la enfermedad, sabe que es progresiva y que no tiene cura, los cuidados que va a ofrecer al enfermo son lo mejor que usted tiene y debe sentirse orgulloso de poderlos ofrecer.

Tenga presente siempre que "los obstáculos se convierten en rocas donde apoyarnos para seguir ascendiendo, no en piedras donde tropezar".

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