Capítulo Aragua

miércoles, 2 de mayo de 2012

Terapias para no olvidar

Terapias para no olvidar

Pintan, hacen ganchillo y manualidades, leen, manejan el bingo, trabajan con refranes,  palabras e imágenes.  Cada estímulo sirve para ejercitar la memoria de los enfermos de alzheimer. Son 8.430 en toda la provincia

Raúl Cosano | 23/04/2012 18:14
Sesión de arteterapia en el nuevo centro de la Associació de Familiars de Malalts d’Alzheimer. Foto: Lluís Milián
Lo primero es saber qué día es hoy y dónde estamos, datos básicos para muchos, pero aquí, entre las paredes del flamante centro de la Associació de Familiars de Malalts d’Alzheimer, de enorme valor. El calendario ofrece información fundamental para amarrar a la realidad, al presente, a los 12 enfermos de alzheimer que están ahora en esta clase. Ya ha empezado la lección, una muestra más de resistencia a esa enfermedad degenerativa, aún sin cura, pero cuyo avance se puede, al menos, amortiguar con iniciativas como ésta.
Carmen, José, Joaquín o Marta hacen manualidades. Recortan corazones en cartulinas o colorean mosaicos. «Es una sesión de arteterapia. Les tranquiliza mucho. Trabajan con la combinación de colores. A veces los tonos que utilizan también te dan información sobre el estado de ánimo que tienen ese día», cuenta Carmela Mas, animadora sociocultural. Se trata de ejercitar las diferentes áreas cognitivas: repasan el abecedario para mantener en forma el lenguaje, cada uno enuncia su nombre, trabajan los números, estimulan la percepción y la psicomotricidad.
También hacen ganchillo o se manejan con el bingo para mantener bien vivos los números. Toda actividad vale para ejercitar la mente. «Hacemos ejercicios de todo tipo. Tienen que definir palabras o describir un paisaje. También hacemos lecturas, comprensión lectora, dictados, refranes…», señala Carmela. «Mejora no hay en el paciente pero sí intentamos que la enfermedad se estabilice, que sea lo más progresiva posible. Sí notamos que ellos están más contentos y más alegres. Hay que tener en cuenta que son pacientes con muy baja autoestima, porque algunos se dan cuenta de lo que les está pasando», añade Carmela.

Un puzzle y un ábaco
En las dependencias de este centro –inaugurado recientemente y ubicado en la planta baja de la llar de jubilats de Sant Pere i Sant Pau– se imponen los colores y los objetos con una razón de ser educativa: desde piezas que forman puzzles hasta ábacos. Luego, en otra sala, reposan las manualidades realizadas por los enfermos a lo largo de estos años: desde abanicos pintados hasta sombreros para Carnaval. «Hay una señora que apenas hablaba y, en cambio, se acordaba de hacer ganchillo de maravilla», dice Jaume Solé, presidente de la entidad.
En la sala Gladior, los ordenadores toman el protagonismo. A través de una pantalla táctil, los enfermos ejercitan el cálculo, la atención, la percepción o la memoria. Empieza la sesión: en la imagen aparecen cinco palabras que luego el usuario deberá recordar. Hay 5.000 ejercicios en este elaborado y utilísimo programa que personaliza a cada paciente. «El resultado de cada sesión queda almacenado y así podemos ver la evolución de cada paciente en el tiempo. Es un programa muy completo», explica Carmen Marqués, la monitora. Otra prueba: aparece un animal por la pantalla y el usuario debe pulsar encima de él, y así, a velocidades y dificultades distintas, todo gradual y personalizable hasta el último detalle. Gráficos y balances exhaustivos permiten ver cómo progresa la persona y aportan a la psicóloga datos muy significativos para perfilar el tratamiento. Todo, en un ambiente relajado y distendido, como si estos enfermos de alzheimer participaran de un juego que, en realidad, tiene una clara vocación de utilidad médica. Murales y fotos terminan de rematar la decoración de un lugar donde la memoria es la clave y los detalles vitales. Cada objeto elaborado por ellos recuerda a una celebración, que puede ser el día de Sant Jordi o Navidad. La asistencia al enfermo de alzheimer es integral, pues también incluye la atención psicológica individualizada y a la familia, asesoramiento sanitario y legal o apoyo emocional. «El alzheimer es la demencia más frecuente. Afecta a la memoria, a todos los ámbitos de la vida diaria… Repercute en los enfermos y en sus familias», explica Solé.
8.430 tarraconenses en la provincia sufren la dolencia, 1.461 en la capital. «El reto es mejorar la calidad de vida», cuenta Solé. La entidad lleva haciendo la imprescindible labor desde 1996, ahora en estas nuevas dependencias en el Camí del Pont del Diable S/N (más información en             977 082305       y en www.afatarragona.org.es). La sede cuenta con un jardín y un huerto, más inputs para estimular los sentidos.

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