Capítulo Aragua

martes, 10 de abril de 2012

LO COMÚN A TODAS LAS ENFERMEDADES

La unión de los términos envejecimiento y enfermedad no tiene por qué ser una constante, aunque sí es cierto que con la edad se van acumulando errores de toda una vida, que pueden alterar la salud. Por ello es muy importante la prevención y que ésta se realice desde edades tempranas. Cuando aparece la enfermedad en personas mayores, aumentan las posibilidades de que coincidan varias dolencias, lo que hace que una altere y potencie a la otra, y que sea necesario tomar varias medicinas a la vez. El cuerpo tampoco puede responder de la misma forma que antes, por lo que es muy probable que crezca el riesgo de que se pueda producir incapacidad si no se cuida de manera adecuada.

Trato con la persona mayor enferma

Cuando una persona mayor padece una enfermedad, tiene miedo, sobre todo a no sobrevivir y morir. Por ser mayor, se tiene la vivencia de la muerte de una forma más cercana que a otras edades más jóvenes y conocen la experiencia de otros conocidos que ya han fallecido, cuando no han sido sus propios cónyuges.

Las formas más comunes de comportarse ante la enfermedad son:

- Querer curarse. La mayoría se encuentra dentro de este grupo. Por ello las personas mayores suelen ser personas colaboradoras y agradecidas, siempre y cuando se les trate de la forma idónea.

- No quieren curarse. Esto es muy poco frecuente, puede que deseen morir, pero si esto es así se debe a que se consideran una carga tanto afectiva, como familiar.

- Quieren seguir enfermos para así manipular el entorno. Es poco frecuente, pero en algunas ocasiones, la persona mayor sólo ve esta situación como única medida de llamada de atención ante la falta de cuidados o afectividad por parte del entorno. Aquí los familiares deben saber cómo corregir esta situación. Un trato cariñoso constante y no sólo cuando están enfermos es una buena solución.

Algunas recomendaciones útiles para los cuidadores en relación con las personas mayores enfermas son:

- Intentar comprenderle, es decir, ponernos en su lugar, para así poder entenderle mejor.

- Nunca hay que gritarle. Se le debe hablar siempre en tono normal, mirándole a la cara, y con contacto físico (dándole la mano, suaves caricias en el dorso, etc).

- Es tan malo el pesimismo como el optimismo. Una visión realista, positiva, es la mejor forma de afrontar sus problemas.

- Aunque es importante hablar con las personas mayores enfermas, lo más importante y lo más difícil es escuchar, escuchar sin prisas y sin críticas.

- Todo lo relativo a la persona mayor, sobre todo a la de más edad, al igual que ocurre en el caso de los niños de menor edad, requiere paciencia, entre otras cosas porque la curación y la recuperación necesita más tiempo que en otras edades. Con impaciencia no alcanzará nada.

- Como se ha comentado con anterioridad en otros capítulos, no es conveniente hacer las cosas que precisen más de lo necesario.

- Hay que ayudarles lo justo, hacer lo que no puedan y dejarles cuando ya lo pueden hacer. Por ejemplo, podemos servirle y cortarle el pan, el filete, pero dejar que ellos se lo lleven a la boca.

- El respeto de su intimidad es fundamental. Todo lo referido a la higiene corporal es siempre un daño a nuestro pudor, por lo que el respeto en este sentido es básico. Que el cambio de pañales o el baño se haga en intimidad ayuda a demostrar el respeto que se tiene por la persona a quien se cuida.

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