Cuando se trata de una queja de pérdida de memoria subjetiva, el paciente dice no recordar dónde dejó una cosa o los recados que le dieron, no le sale lo que iba a decir, y olvida el nombre de un objeto o de una persona, aunque el recuerdo suele venir a la memoria poco después. El trastorno parece debido más a una falta de atención que a una autentica amnesia de evocación, algo con lo que el familiar suele estar de acuerdo.
Por otra parte, la normalidad de la memoria suele ser evidente durante la historia clínica, porque el enfermo relata, con todo lujo de detalles, lo recientemente sucedido (qué hizo, quién lo envió a la consulta, cómo vino, a qué hora, etc.). Además de ello, no tienen alteraciones funcionales, de modo que los pacientes manejan sus finanzas, telefonean, utilizan el autobús, desarrollan su vida social y laboral, y controlan su propia medicación sin dificultades. Pero a pesar del aspecto banal de la queja, es aconsejable hacer una exploración general y neurológica para descartar las enfermedades que pueden causarla.
En este sentido, la queja subjetiva de pérdida de memoria puede estar relacionada o deberse a una depresión y/o ansiedad, a dolor crónico, a cansancio por enfermedades neurológicas y médicas, a alteraciones del sueño, a diversas enfermedades médicas (cardiopatías, endocrinopatías, etc.), a tóxicos (como por ejemplo el alcohol), o ser un efecto de determinados tratamientos (en especial benzodiacepinas, somníferos). No obstante, en gran número de pacientes no existe una causa aparente.
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