Melodías para la memoria

Cada vez aparecen un mayor número de tratamientos quirúrgicos, farmacéuticos y terapéuticos que son la esperanza para todas aquellas personas que padecen Parkinson. Uno de estos tratamientos terapéuticos es la musicoterapia , que consiste en la utilización de los distintos elementos que aparecen en cualquier composición para restaurar las funciones cognitivas, físicas y emocionales.

El ritmo favorece una mejor movilidad, ya que se domina con más facilidad el equilibrio. Por su parte, las danzas colectivas o en parejas favorecen un mejor dominio de la comunicación, y la improvisación musical modifica el estado de ánimo y también favorece la comunicación.

Desde 2005, la musicoterapeuta Cora Leivinson utiliza este tratamiento con tres grupos de pacientes, con edades que oscilan entre los 59 y los 70 años. Leivinson imparte talleres de musicoterapia en dos sesiones semanales de una hora de duración cada una, en los que se combinan diferentes técnicas musicales.

Según explica ella misma, las sesiones empiezan con una proyección de danzas folclóricas y tradicionales como jotas, pasodobles o chotis. Los pacientes deben bailar estas danzas, colectivamente o bien en parejas, para estimularles las pulsaciones, que oscilan desde 70 a 100.

El eje central de cada sesión es la improvisación musical. Cada participante, en este momento, elige un instrumento de pequeña percusión y lo tañe. Esto favorece algunos gestos de coordinación fina como pueden ser golpear, rasgar o entrechocar. Asimismo, se utilizan kazzoos (un pequeño instrumento similar a una flauta corta) para estimular la emisión de la voz, agregado al tañido de estos instrumentos.

La relajación es el último pilar de esta terapia. Se incluyen, según esta especialista, diferentes ejercicios: de pie con balanceo hacia la pared, sentados, de pie sin apoyo, con instrumentos en las manos y creando la propia música o bien visionando diferentes evocaciones imaginarias a partir de música escuchada.

Josefa conoce muy bien qué es esta disciplina terapéutica. Tiene 65 años; hace cinco años que padece Parkinson y desde hace dos años acude a estos talleres. Ella misma explica los beneficios que le aporta.

“Me hace mucha ilusión el poder venir aquí, ya que me encuentro muy ágil. He perdido la vergüenza y, además, veo que puedo hacer cosas, y esto para mí es muy importante”,

asegura. Tal y como afirma Leivinson, esta terapia debe ir acompañada de otros tratamientos, como fisioterapia, logopedia o masajes. Se trata de una nueva alternativa que cada día va encontrando más personas que sienten la curiosidad por conocer de qué manera pueden percibir sus beneficiosos efectos en la salud.